Especial 20 Aniversario

La carretera en bicicleta por el Duero que pasa por 5 bodegas y 3 puentes romanos

Hay una carretera en bicicleta por el Duero que se está convirtiendo en el secreto a voces de los amantes del cicloturismo, una escapada que lo tiene absolutamente todo: naturaleza salvaje, historia que se puede tocar y el mejor vino. Lo que muchos no saben es que la Vía Verde que une Zamora y Toro es un plan perfecto que combina naturaleza, historia y enoturismo, un recorrido que te sumerge en la España más auténtica y desconocida. Sigue leyendo, porque este viaje no solo te pondrá en forma, sino que también alimentará tu alma y despertará tus sentidos de una forma que no esperas.

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Olvídate de las carreteras masificadas y de los destinos de siempre. Aquí la única banda sonora es el sonido de tus pedaladas, el susurro del viento y el murmullo del río. La magia de este itinerario reside en su sencillez y en la pureza de la experiencia, pues este recorrido de 100 kilómetros es accesible para casi todos los públicos al seguir el antiguo trazado del ferrocarril. Es la promesa de una aventura real, de esas que se recuerdan durante años, un planazo para desconectar del ruido del mundo y reconectar con la tierra. Prepárate para descubrir las riberas del río de una forma completamente nueva.

¿QUÉ ES EXACTAMENTE ESTA VÍA VERDE?

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El concepto de Vía Verde es una de las ideas más brillantes que se han tenido para fomentar el turismo sostenible en nuestro país. Son caminos que recuperan antiguas infraestructuras ferroviarias que cayeron en desuso, transformando el óxido y el abandono en vida y oportunidad. En el caso del Duero, estamos hablando del antiguo trazado del tren que conectaba Zamora y Toro, porque estas sendas aprovechan antiguas vías de tren en desuso para crear itinerarios cicloturistas y senderistas. Esto garantiza dos cosas: un desnivel mínimo y un paisaje que se aleja por completo de las carreteras convencionales.

Lo mejor de este recorrido fluvial es su carácter democrático. No necesitas ser un ciclista profesional ni tener una bicicleta de última generación para disfrutarlo. La ausencia de pendientes pronunciadas y la buena señalización del camino lo hacen perfecto para una aventura en familia o una escapada con amigos. Es un plan que se adapta a tu ritmo, porque su trazado prácticamente llano la convierte en una opción ideal para familias, parejas o grupos de amigos sin gran preparación física. Puedes hacerla entera en un par de jornadas o seleccionar los tramos que más te interesen, el corazón de Castilla y León se abre a tus pies.

EL PAISAJE QUE TE ABRAZA: NATURALEZA EN ESTADO PURO

Pedalear por esta Vía Verde del Duero es como sumergirse en un cuadro impresionista que cambia con cada estación. El paisaje es el protagonista absoluto, un lienzo de llanuras infinitas, suaves lomas y la presencia constante del río como guía y compañero de viaje. En primavera, los campos se visten de un verde intenso salpicado de amapolas; en verano, el sol tiñe de oro los cereales; y en otoño, los viñedos explotan en una sinfonía de ocres y rojos. A tu paso, el paisaje cambia constantemente, pasando de los viñedos de la D.O. Toro a los campos de cereal dorados.

La ribera del Duero es un corredor biológico de una riqueza excepcional. Mientras pedaleas en silencio, es fácil sorprender a la fauna local en su hábitat natural. No es raro ver garzas inmóviles esperando su presa, cigüeñas en los campanarios de las iglesias abandonadas o milanos sobrevolando los campos en busca de alimento. El sonido de los pájaros es la única música que necesitas. Es un espectáculo natural que te acompaña durante todo el camino, porque la avifauna es uno de los grandes atractivos, con garzas, cigüeñas y aves rapaces que anidan en las orillas, convirtiendo la carretera en un paraíso para los ornitólogos.

PEDALADAS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

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Esta carretera es mucho más que un paseo por la naturaleza; es un viaje en el tiempo. El punto de partida, Zamora, es una de las ciudades con mayor concentración de arte románico de toda Europa. Antes de empezar a pedalear, es casi obligatorio perderse por su casco antiguo, admirar su catedral con su espectacular cúpula bizantina y sentir el peso de los siglos en sus murallas que miran al Duero. En este lugar, la carretera arranca en Zamora, una ciudad cuyo casco histórico es un museo al aire libre de arte románico, el mejor prólogo posible para una aventura que mezcla deporte y cultura a partes iguales.

A lo largo del camino, la historia sigue saliendo a tu encuentro en forma de puentes de piedra, ermitas solitarias y pueblos que parecen congelados en el tiempo. Cruzar el río dorado por estas construcciones centenarias es una de las experiencias más emocionantes del recorrido. Y el final del trayecto, Toro, no se queda atrás. Su Colegiata, su Alcázar y su puente medieval son el broche de oro a la carretera. No estás simplemente pedaleando, sino que cruzar sus puentes de piedra, algunos con cimientos romanos, es como pedalear sobre las huellas de la historia, siguiendo el mismo cauce del río que vieron pasar legiones y reyes.

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LA PARADA OBLIGATORIA: ENOTURISMO Y GASTRONOMÍA

Sería un pecado hacer esta carretera por la ribera del Duero y no rendir homenaje a su tesoro más preciado: el vino. Estás en el territorio de la Denominación de Origen Toro, famosa por sus vinos tintos elaborados con la uva Tinta de Toro, una variedad autóctona, potente y llena de personalidad. El recorrido está salpicado de bodegas, algunas centenarias y otras vanguardistas, que abren sus puertas al visitante. La parada es obligatoria, ya que la Denominación de Origen Toro, una de las más antiguas de España, ofrece vinos tintos potentes y con carácter, perfectos para reponer fuerzas tras una jornada de pedaleo.

La experiencia del enoturismo aquí es auténtica y cercana. Olvídate de las visitas masificadas y impersonales. En la ribera zamorana, muchas bodegas son negocios familiares que te reciben con los brazos abiertos, te enseñan sus viñedos, te explican el proceso de elaboración y terminan con una cata comentada que es una delicia. Y para acompañar el vino, nada mejor que la gastronomía local: quesos zamoranos, legumbres de la tierra y carnes contundentes. Debes saber que muchas bodegas ofrecen visitas guiadas y catas que se pueden reservar con antelación, siendo una parada casi obligatoria en el camino.

TU GUÍA PRÁCTICA PARA LA AVENTURA

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Para disfrutar al máximo de esta carretera del Duero, la planificación es clave, pero sin agobios. La mejor época para hacerla es la primavera o el otoño, cuando las temperaturas son suaves y el paisaje está en su máximo esplendor. En verano, el calor castellano puede ser intenso, por lo que es recomendable pedalear a primera hora de la mañana o al atardecer. No olvides llevar agua en abundancia, protección solar y un pequeño kit de herramientas para la bicicleta. La sencillez de esta Vía Verde zamorana es su gran virtud, porque la primavera y el otoño son las mejores épocas para realizar la carretera, evitando el calor extremo del verano.

La logística es sencilla. Puedes llevar tu propia bicicleta o alquilar una en Zamora, donde varias empresas ofrecen este servicio, incluyendo la opción de entregártela al inicio y recogerla al final. El recorrido está bien señalizado, por lo que es difícil perderse. Lo más importante es dejar el reloj en casa y adoptar el ritmo lento de Castilla. Disfruta de cada parada, habla con la gente de los pueblos, haz fotos y respira hondo. Esta carretera por el Duero es más que un destino; es un estado de ánimo, porque la sensación de libertad al pedalear sin prisa, con el sol de Castilla en la cara, es de esas que se quedan grabadas para siempre.

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