Especial 20 Aniversario

Y lo bebes todos los días: Esta es la temperatura en la que tu café se convierte en un veneno para tu cuerpo

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El café es mucho más que una simple bebida; es el motor de arranque de nuestras mañanas, la excusa perfecta para una charla y el compañero infalible de largas jornadas. Lo preparamos de mil maneras y lo consumimos casi por inercia, confiando en ese ritual que nos reconforta y nos activa. Pero, ¿y si te dijera que un detalle aparentemente insignificante, uno que pasas por alto cada día, podría estar saboteando sus beneficios e incluso tu salud? No, no hablamos del azúcar ni de la leche, sino de algo mucho más básico que lo cambia todo. De hecho, el secreto para disfrutarlo sin riesgos está en el termómetro. ¿A que nunca lo habías pensado?

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Esa humeante taza que sostienes entre las manos esconde una ciencia delicada. Nos han enseñado que lo caliente es sinónimo de recién hecho, de calidad, pero la realidad es tozuda y bastante más compleja. Pocos saben que llevar esta bebida matutina a un calor extremo no solo quema nuestro paladar, impidiendo saborear sus complejos matices, sino que desencadena una reacción química indeseable. La clave, según los expertos, está en un umbral que muchos superamos sin darnos cuenta, ya que superar los 85 grados centígrados durante su preparación libera compuestos potencialmente nocivos. Sigue leyendo, porque lo que vas a descubrir cambiará para siempre tu forma de preparar este elixir negro.

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CÓMO CAMBIAR TU HÁBITO SIN RENUNCIAR AL PLACER

Fuente Pexels

Llegados a este punto, puede que pienses que necesitas un laboratorio en casa para disfrutar de un buen café. Nada más lejos de la realidad. Adoptar el hábito de la temperatura correcta es sorprendentemente fácil. La opción más precisa, claro, es usar un termómetro de cocina, pero no es imprescindible. Un truco casero y eficaz, si usas un hervidor de agua, es dejarlo reposar una vez que ha alcanzado el punto de ebullición. Espera entre 60 y 90 segundos antes de verter el agua sobre tu café molido. Ese simple gesto hará que la temperatura descienda de los 100 ºC a una horquilla mucho más segura y sabrosa de entre 80 y 90 ºC, pues dejar reposar el agua después de hervir durante un minuto es un truco sencillo para acercarse a la temperatura óptima.

En última instancia, todo se reduce a un cambio de mentalidad. Se trata de pasar del automatismo a la consciencia; de beber por necesidad a degustar por placer. No se trata de generar una alarma innecesaria, sino de entender que pequeños ajustes pueden tener un gran impacto tanto en nuestra salud como en el disfrute de uno de los mayores placeres cotidianos. Prestar atención a la temperatura, al agua o a la frescura del grano no es esnobismo, es simplemente un acto de amor propio y de respeto por un producto fascinante. Al final, convertir la preparación del café en un acto consciente transforma una simple rutina en un pequeño lujo diario, uno que ahora sabes disfrutar de una forma más segura, más sabrosa y, en definitiva, mucho mejor.

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