Especial 20 Aniversario

Y lo bebes todos los días: Esta es la temperatura en la que tu café se convierte en un veneno para tu cuerpo

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El café es mucho más que una simple bebida; es el motor de arranque de nuestras mañanas, la excusa perfecta para una charla y el compañero infalible de largas jornadas. Lo preparamos de mil maneras y lo consumimos casi por inercia, confiando en ese ritual que nos reconforta y nos activa. Pero, ¿y si te dijera que un detalle aparentemente insignificante, uno que pasas por alto cada día, podría estar saboteando sus beneficios e incluso tu salud? No, no hablamos del azúcar ni de la leche, sino de algo mucho más básico que lo cambia todo. De hecho, el secreto para disfrutarlo sin riesgos está en el termómetro. ¿A que nunca lo habías pensado?

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Esa humeante taza que sostienes entre las manos esconde una ciencia delicada. Nos han enseñado que lo caliente es sinónimo de recién hecho, de calidad, pero la realidad es tozuda y bastante más compleja. Pocos saben que llevar esta bebida matutina a un calor extremo no solo quema nuestro paladar, impidiendo saborear sus complejos matices, sino que desencadena una reacción química indeseable. La clave, según los expertos, está en un umbral que muchos superamos sin darnos cuenta, ya que superar los 85 grados centígrados durante su preparación libera compuestos potencialmente nocivos. Sigue leyendo, porque lo que vas a descubrir cambiará para siempre tu forma de preparar este elixir negro.

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MÁS ALLÁ DE LA TEMPERATURA: OTROS SECRETOS DE UNA TAZA PERFECTA

Fuente Pexels

Una vez que hemos asumido el mantra de la temperatura, se abre ante nosotros un universo de posibilidades para mejorar nuestro café diario. El siguiente paso lógico es prestar atención al ingrediente mayoritario: el agua. A menudo la subestimamos, pero representa más del 98 % de tu taza. Usar agua del grifo con un alto contenido en cloro o cal puede arruinar por completo el sabor del mejor grano del mundo, introduciendo sabores extraños y dificultando una extracción correcta de sus propiedades. Por ello, la calidad del agua utilizada, preferiblemente filtrada y con baja mineralización, es fundamental para una extracción limpia.

Otro pilar fundamental es la frescura. El café es un producto orgánico que, como la fruta o el pan, pierde sus propiedades con el tiempo. El momento crítico es justo después de la molienda. Comprar el café ya molido es cómodo, pero es también una invitación a la mediocridad. Los granos actúan como pequeños recipientes herméticos que protegen los aceites y aromas en su interior. Una vez rotos, la oxidación se acelera exponencialmente. Invertir en un molinillo sencillo y moler la cantidad justa cada vez que vas a prepararlo es, quizás, el cambio que más impacto tendrá en tu placer cafetero, ya que el grano recién molido conserva una cantidad de aceites y aromas volátiles que se pierden a los pocos minutos de la molienda.

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