Especial 20 Aniversario

Y lo bebes todos los días: Esta es la temperatura en la que tu café se convierte en un veneno para tu cuerpo

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El café es mucho más que una simple bebida; es el motor de arranque de nuestras mañanas, la excusa perfecta para una charla y el compañero infalible de largas jornadas. Lo preparamos de mil maneras y lo consumimos casi por inercia, confiando en ese ritual que nos reconforta y nos activa. Pero, ¿y si te dijera que un detalle aparentemente insignificante, uno que pasas por alto cada día, podría estar saboteando sus beneficios e incluso tu salud? No, no hablamos del azúcar ni de la leche, sino de algo mucho más básico que lo cambia todo. De hecho, el secreto para disfrutarlo sin riesgos está en el termómetro. ¿A que nunca lo habías pensado?

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Esa humeante taza que sostienes entre las manos esconde una ciencia delicada. Nos han enseñado que lo caliente es sinónimo de recién hecho, de calidad, pero la realidad es tozuda y bastante más compleja. Pocos saben que llevar esta bebida matutina a un calor extremo no solo quema nuestro paladar, impidiendo saborear sus complejos matices, sino que desencadena una reacción química indeseable. La clave, según los expertos, está en un umbral que muchos superamos sin darnos cuenta, ya que superar los 85 grados centígrados durante su preparación libera compuestos potencialmente nocivos. Sigue leyendo, porque lo que vas a descubrir cambiará para siempre tu forma de preparar este elixir negro.

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LA TEMPERATURA IDEAL SEGÚN LA CIENCIA (Y TU PALADAR)

Fuente Pexels

Aquí llega la madre del cordero: si el calor excesivo es el problema, el control de la temperatura es la solución. Organizaciones como la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) han puesto cifras a la prudencia, basándose en la evidencia científica. La recomendación es clara y concisa: la temperatura de servicio no debería sobrepasar los 75 grados. De hecho, este es el punto dulce donde la bebida brilla con luz propia. Por debajo de esta cifra, el café puede resultar tibio y menos apetecible, pero por encima, empieza la zona de peligro. Así que servir el café a unos 75ºC no solo minimiza la formación de furanos sino que también realza su perfil organoléptico.

Pero no todo es química y salud; también es puro placer. ¿Alguna vez te has quemado la lengua con el primer sorbo y has pasado el resto del día con una sensación extraña? Ese calor abrasador anestesia tus papilas gustativas, dejándolas fuera de combate. Un buen café de especialidad puede tener notas a chocolate, frutos rojos, caramelo o cítricos, pero nunca las descubrirás si lo bebes a 90 grados. Al bajar la temperatura, permites que esos compuestos volátiles y delicados lleguen a tu nariz y a tu paladar, ofreciendo una experiencia mucho más rica y compleja. En definitiva, un paladar abrasado es incapaz de distinguir los matices delicados que un buen grano puede ofrecer.

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