La relación entre el alcohol y el volante está llena de mitos, de frases hechas y de una peligrosa picaresca que todos hemos oído alguna vez en una sobremesa. «Yo controlo», «si es solo una cerveza», «por una no pasa nada». Son mantras repetidos hasta la saciedad, especialmente en esas primeras noches de verano con el carnet recién estrenado, cuando las llaves del coche en el bolsillo pesan como un trofeo a la libertad. Sin embargo, lo que muchos chavales y no tan chavales desconocen es que la ley no les trata igual que al resto. Detrás de esa aparente confianza, muchos conductores noveles desconocen que la tasa de alcoholemia permitida para ellos es mucho más dura. Un detalle que puede convertir una noche de celebración en una pesadilla legal y económica.
Esta diferencia no es un tecnicismo sin importancia; es una frontera que puede cruzarse con una facilidad pasmosa, casi sin darte cuenta. Y el problema es que la mayoría se entera de esta realidad en el peor momento posible: en medio de un control, con las luces azules parpadeando y el corazón en un puño. Porque para ese colectivo, el margen de error es mínimo, casi inexistente. La ley entiende que la inexperiencia es un factor de riesgo demasiado alto como para añadirle el efecto de las bebidas alcohólicas. Por eso, para los conductores noveles el margen legal es casi inexistente y la filosofía que se aplica es, en la práctica, la de la tolerancia cero. ¿Crees que conoces el límite? Sigue leyendo, porque es muy probable que te equivoques.
5TOLERANCIA CERO: EL ÚNICO CAMINO SEGURO

La tendencia a nivel europeo y las recomendaciones de todos los expertos en seguridad vial apuntan en una única dirección: la tasa 0,0. De hecho, conductores profesionales como los de autobuses o camiones ya operan bajo esta premisa de tolerancia cero. La restricción para noveles es un paso intermedio, un primer aviso de hacia dónde se dirige la legislación. La ciencia ha demostrado que incluso con niveles muy bajos de alcohol en sangre, nuestras capacidades para conducir ya se ven mermadas, aunque no seamos conscientes de ello. Por eso, el debate sobre una tasa cero para todos es cada vez más intenso.
Al final, esta no es una cuestión de cifras, de límites o de multas. Es una cuestión de responsabilidad, de madurez y de respeto. Las llaves de un coche otorgan una libertad increíble, pero también conllevan una carga de responsabilidad inmensa hacia uno mismo y hacia los demás. Cada vez que nos ponemos al volante, tomamos cientos de decisiones en cuestión de segundos, y necesitamos que nuestros sentidos estén al cien por cien. La decisión más inteligente, la más segura y la que te ahorrará problemas inimaginables, no tiene nada que ver con calcular tasas ni con arriesgarse por una copa de más. Es mucho más simple. Porque al final, la decisión más inteligente no tiene nada que ver con el alcohol, sino con el respeto por la vida.