En pleno mes de agosto, con la agenda institucional en pausa, los reyes de España disfrutan de sus «vacaciones privadas». Como es habitual, después de su estancia pública en Palma de Mallorca, Felipe VI y la reina Letizia, junto a sus hijas, han abandonado brevemente el foco mediático para descansar en un destino que no ha sido revelado.
Sin embargo, lo que normalmente se presenta como una etapa discreta de su calendario veraniego, este año habría dado pie a un debate que ha ido más allá de lo anecdótico. La voz que lo habría encendido es la de María José Gómez y Verdú, experta en Casa Real, quien ha sacado a la luz una reflexión que pone el ojo en la figura del rey y en la estrategia comunicativa de la institución.
1La Casa Real y la desconexión aparente de Felipe VI y Letizia

Aunque muchos puedan pensar que agosto es un mes de descanso y desconexión total para la Corona, la realidad es más compleja. La agenda oficial se relaja, sí, pero el rol del jefe del Estado, Felipe VI sigue en activo. Así lo expone con firmeza Gómez y Verdú: «La figura del jefe del Estado no se apaga en agosto». Según la experta, el hecho de que el monarca y su familia no aparezcan en diversas imágenes durante sus vacaciones privadas no implica que su papel institucional esté en pausa. En su opinión, el modo en que los reyes gestionan su imagen, incluso en época estival, sigue siendo una cuestión de Estado y sí, bajo protocolos.
Esta perspectiva se basa en la idea de que la representación de la Corona no se limita a actos oficiales. Para Gómez y Verdú, el silencio monárquico durante las vacaciones privadas no contribuye necesariamente a proteger la intimidad, sino que puede transmitir una desconexión innecesaria entre la institución y los ciudadanos. «La Corona no tiene un interruptor que permita desconectar por completo de su función representativa», asegura.