Casi todos tenemos un seguro para nuestro móvil, esa pequeña cuota mensual que pagamos con la tranquilidad de saber que, si algo le pasa a nuestro compañero digital inseparable, estaremos cubiertos. Lo que muchos no saben es que la mayoría de estas pólizas no cubren roturas accidentales o la pérdida del dispositivo, dejándote desprotegido en el peor momento y con una sensación de engaño difícil de digerir. ¿Estás seguro de lo que firmas? Sigue leyendo y descubre por qué podrías estar tirando el dinero cada mes sin saberlo, y lo que es más importante, cómo podrías recuperarlo.
Esa tranquilidad que sientes al pagar cada mes una pequeña cuota podría ser una ilusión muy bien construida. El problema se agrava cuando descubres que muchos de estos seguros se contratan sin un consentimiento explícito e informado del cliente, una práctica más común de lo que imaginas y que se esconde tras la letra pequeña de contratos de financiación o ventas telefónicas agresivas. Pero no todo está perdido. Existe una puerta trasera para anular ese cargo y reclamar lo que es tuyo. La clave está en saber identificar las grietas del sistema.
2LA LETRA PEQUEÑA QUE NADIE LEE (Y DEBERÍAS)

Imaginemos que, por un milagro, tu siniestro sí está cubierto. Aquí es donde entra en juego la segunda parte de la decepción: la franquicia. Es un detalle que suele pasarse por alto en la emoción de la compra. Poca gente repara en que casi todos estos seguros aplican una franquicia que puede superar los 100 euros por reparación, haciendo que en muchos casos no compense dar un parte para un arreglo menor. En la práctica, acabas pagando la cuota mensual y, además, una parte importante de la reparación, un negocio redondo para la aseguradora, no para ti.
Y si la avería es total y te prometen un teléfono de sustitución, prepárate para otra posible desilusión. La promesa de «te damos uno nuevo» rara vez se cumple al pie de la letra. Si finalmente aceptan el siniestro, no esperes un terminal nuevo, ya que lo más habitual es que te ofrezcan un dispositivo reacondicionado o de un modelo inferior, algo que rara vez se especifica claramente en el momento de la venta. Pagas por proteger un aparato de última generación y te devuelven uno de segunda mano o de gama más baja.