Lo que empieza como una ayuda para calmar los nervios, conciliar el sueño o reducir ataques de pánico, puede acabar generando una nueva dependencia. En los últimos años el número de personas que desarrollan una adicción a los ansiolíticos ha aumentado. En muchos casos, las personas afectadas no son conscientes de ello hasta que el problema está muy avanzado. El Instituto Castelao, centro referente en tratamiento de adicciones en Málaga, advierte sobre las claras señales de alerta que muchos ignoran hasta que el problema está avanzado.
La delgada línea entre la ayuda y el riesgo
Benzodiacepinas como el lorazepam, el diazepam o el alprazolam son recetadas con frecuencia para tratar trastornos de ansiedad, insomnio o crisis puntuales. Aunque su uso controlado puede ser beneficioso (no más de 3-4 semanas), el problema aparece cuando el consumo se cronifica, se hace sin supervisión médica o se combina con otras sustancias, como alcohol o fármacos antidepresivos.
El cuerpo genera tolerancia muy rápido. Estos medicamentos psicotrópicos al principio producen calma, al cabo de unas semanas ya no hacen el mismo efecto, y se acaba incrementando la dosis sin control. En muchas ocasiones, estos pacientes no presentan un perfil clásico de drogodependencia, lo que dificulta aún más la detección y el tratamiento.
Un problema silenciado, pero creciente
Según la encuesta EDADES del Ministerio de Sanidad, el 9,7 % de la población entre 15 y 64 años tomó algún hipnosedante (ansiolíticos, benzodiacepinas o hipnóticos) en los últimos 30 días, y el 7,2 % lo hace a diario. Además, en 2020 el consumo alcanzó 110 dosis diarias por cada 1 000 habitantes, situando a España como el país con mayor consumo en Europa.
Desde Instituto Castelao destacan que cada vez llegan más casos de pacientes que han pasado años medicados sin darse cuenta de su dependencia, hasta que aparecen síntomas como pérdida de memoria, dificultad para concentrarse, alteraciones del sueño y episodios de ansiedad más intensos que al inicio.
¿Cuándo hay que pedir ayuda?
La adicción a los ansiolíticos puede pasar desapercibida, camuflada como una prescripción médica más. Por eso, es importante prestar atención a ciertos signos de alerta: aumento progresivo de la dosis, falsa sensación de necesitar una pastilla para afrontar el día, consumo fuera del horario indicado o síntomas de abstinencia cuando se intenta dejarla.
En esos casos, lo recomendable es acudir a un centro especializado en tratamiento de adicciones como Instituto Castelao, donde se aplican programas clínicos personalizados que permiten una retirada segura del fármaco y el abordaje integral del problema de fondo.
Una adicción legal pero igual de destructiva
Aunque no se compre en la calle, ni se relacione con ambientes marginales, la adicción a los ansiolíticos es tan seria como cualquier otra. Requiere intervención profesional, acompañamiento psicológico y un cambio profundo en la forma de gestionar el estrés o las emociones.
Muchas personas llegan a rehabilitación diciendo ‘yo no soy adicto, solo necesito mis pastillas’. Pero cuando entienden el origen emocional de su consumo, pueden empezar de verdad a recuperar el control de sus vidas.