La princesa Leonor ha terminado recientemente su segundo año de formación militar, una etapa que ha sido especialmente intensa para la hija mayor de los monarcas, Felipe VI y Letizia. Durante este curso ha vivido experiencias muy alejadas de su entorno habitual y familiar, a pesar de los ligeros momentos distendidos, principalmente en países sudamericanos, con sus compañeros, durante los descansos en tierra firme. Pasó seis meses embarcada entre el buque escuela Juan Sebastián Elcano y la fragata Blas de Lezo. Fueron semanas de navegación, instrucción y disciplina en alta mar, lejos de su casa y de la rutina.
Con esa etapa ya cerrada, lo natural sería pensar que Leonor tendría por delante unas semanas de descanso con su entorno familiar. Sin embargo, al cumplir la mayoría de edad, su agenda institucional no ha dejado de crecer. El mismo viernes se la pudo ver en el Club Náutico de Palma, donde su padre, el rey Felipe VI, y antes su abuelo Juan Carlos I, han sido figuras asistentes durante décadas.
3Adaptarse a una nueva etapa con más visibilidad

La edad adulta ha cambiado notablemente la posición de la princesa Leonor. Ya no es solo la hija de los reyes, sino la heredera con nombre propio que empieza a ejercer ciertas funciones y a ocupar espacios que antes le eran ajenos. Su paso por el ámbito militar ha reforzado su imagen como figura de Estado. Y ahora, con sus primeras apariciones estivales, va ganando terreno en el entorno institucional en el que deberá moverse cada vez con más soltura.
La aparición en el Club Náutico, así como su asistencia a actividades culturales en Palma, son señales de ese avance. Incluso el hecho de que circule información sobre su vida personal fuera del guion oficial habla de una exposición pública en crecimiento. Cada movimiento de Leonor empieza a ser seguido con más detalle.