Especial 20 Aniversario

Como funciona la protección de datos enfocada a los estudiantes online

Todo se trasmuta a velocidad de vértigo en un mundo gobernado por las herramientas tecnológicas. Incluso estudiar ya no es lo que era, el entorno formativo ha cambiado sustancialmente de como se adquiría la formación hace apenas un par de décadas. En la actualidad, con un simple ordenador portátil, conexión a Internet y algo de disciplina para acceder a clases desde cualquier rincón del mundo, basta.

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Esta ventana al conocimiento sin límites ni fronteras ha revolucionado radicalmente gracias a la tecnología y al avance de internet. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, es importante tener en cuenta que también se expone a los estudiantes a nuevos riesgos que antes ni siquiera se contemplaban. Uno de los más importantes es, como cabe suponer, la protección de los datos personales.

Cuando se habla de educación online, hay que hacer referencia tanto a la subida de tareas como a la recepción de trabajos, consejos o clases a través de un correo del profesor. Detrás de este trasiego de información, se mueve una cantidad enorme de datos sensibles. Desde el momento en que alguien se inscribe, por ejemplo, en clases de español online, algo habitual entre los extranjeros que llegan a España con deseos de integrarse lo antes posible, está cediendo datos que deben estar bien protegidos, como son su nombre, dirección, correo electrónico y, sobre todo, sus datos bancarios. Todo eso queda registrado, por lo que conviene preguntarse si se sabe realmente quién tiene acceso a esa información y para qué se usa.

La privacidad no es un extra, es un derecho

La enseñanza a distancia no deja de crecer, tanto en el número de estudiantes como en opciones online que permiten ese acceso. Sin embargo, también lo hace la necesidad de garantizar que se cumplan las leyes europeas de protección de datos, ya que se trata de un derecho recogido por el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), en vigor desde 2018 en toda la Unión Europea, que establece cómo deben tratarse los datos personales. Da igual si el alumno está en Sevilla o en Bruselas, la ley es clara y protege por igual a todos.

Las plataformas educativas, academias de idiomas, e incluso profesores particulares que operan online, deben asumir esta responsabilidad. El primer paso para saber si una web cumple, o no, es comprobar si dispone de una política de privacidad clara, visible y comprensible. Aquí es donde se hace imprescindible una herramienta que cada vez más centros utilizan: el generador de política de privacidad, que permite crear textos legales adaptados a cada actividad educativa. Es importante saber que no vale cualquier aviso copiado de otra web, hay que detallar, sin letra pequeña y sin ambigüedades, qué se recoge, para qué, durante cuánto tiempo y con quién se comparte.

Si una academia graba tus clases, debe avisarte. Si recoge tu voz o tu imagen, igual. Si usa tus datos para enviarte publicidad, tiene que pedir tu consentimiento expreso. El RGPD no deja margen a la interpretación, la información debe estar protegida, y el alumno, informado.

Estudiantes más conscientes, datos más seguros

En este escenario, también el estudiante tiene algo que decir. Cada usuario tiene derecho a saber qué pasa con sus datos. Y también puede, y debe, ejercer ese derecho si algo no le cuadra. ¿Quién guarda tus tareas? ¿Cuánto tiempo se conservan tus exámenes? ¿Puedes pedir que borren tu cuenta cuando termines el curso? La respuesta es sí, siempre que lo solicites. Pero si no sabes que puedes hacerlo, si no sabes cómo, entonces tu derecho se pierde en el limbo digital.

Es verdad que hay una cierta pereza, a veces desinformación, otras desinterés o exceso de confianza, en leer los avisos legales antes de registrarse en una plataforma. Pero esa actitud debe cambiar, porque en el mundo digital, el desconocimiento no protege, ni tampoco lo hace confiar ciegamente en que “todo está bien”. Por eso es tan importante empezar a exigir transparencia.

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En España existe el organismo específico de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), que actúa en caso de infracción, informa y asesora y si algo no encaja, si sientes que tus datos han sido utilizados de forma indebida, esta es la vía para la defensa.

Más allá del aula virtual, una cultura digital que educa y protege

El aprendizaje online no es una moda pasajera, ha llegado para quedarse definitivamente. Cada día más personas, muchas de ellas jóvenes que estudian desde casa, otras que compaginan trabajo y formación, o extranjeros que buscan integrarse aprendiendo el idioma, confían en plataformas digitales para seguir creciendo. Pero como toda evolución, necesita ciertas garantías para consolidarse.

Hoy más que nunca, hablar de educación es hablar también de privacidad. No basta con ofrecer contenidos atractivos o profesores cualificados, es igual de importante generar un entorno de confianza, donde cada alumno sepa que sus datos no serán utilizados con fines ocultos ni almacenados eternamente en servidores que nadie controla.

Se trata de una oportunidad para usar la tecnología correctamente, para construir una cultura digital responsable, donde enseñar y aprender también implique proteger. Y es que solo cuando sabemos que estamos seguros, podemos concentrarnos en lo que de verdad importa: aprender.

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