Con la llegada del verano, cambian nuestras costumbres, horarios y hasta el apetito. Disfrutamos de más tiempo libre, de escapadas improvisadas y de comidas más frescas y abundantes. Sin embargo, mientras nosotros hacemos ajustes casi sin darnos cuenta, muchas veces olvidamos que nuestras mascotas también atraviesan transformaciones importantes con el calor.
El aumento de las temperaturas y la reducción de la actividad física modifican por completo el metabolismo de las mascotas. Por eso, mantener la misma dieta durante los meses más cálidos del año puede no solo ser inapropiado, sino incluso riesgoso. Ajustar su alimentación se vuelve clave si queremos acompañarlos como verdaderos cuidadores responsables.
5Conservar bien los alimentos, otro desafío del verano

Uno de los aspectos menos comentados pero más importantes durante el verano es la correcta conservación de los alimentos. Las altas temperaturas pueden alterar la calidad nutricional y microbiológica del pienso o de los productos húmedos, lo que representa un riesgo serio para la salud de nuestra mascota.
En el caso del alimento seco, el calor puede provocar la oxidación de las grasas, lo que no solo cambia su olor y sabor, sino que también puede generar problemas digestivos. Por eso, conviene guardarlo en envases herméticos, lejos de la luz solar directa y en un lugar fresco. Nunca debemos dejar el saco abierto o cerca de fuentes de calor.
Respecto al alimento húmedo, una vez abierto debe conservarse en la nevera y consumirse en el plazo indicado por el fabricante. Si lo ofrecemos congelado, es importante asegurarse de que haya sido correctamente descongelado antes de dárselo a la mascota. Cada pequeño detalle cuenta a la hora de preservar su salud.