Aunque al pensar en una dieta rica y equilibrada la mente se nos vaya a los colores intensos de frutas tropicales, a los superalimentos de moda o a las verduras de hoja verde que arrasan en las redes sociales, hay una fruta que solemos pasar por alto, a pesar de tenerla siempre al alcance de la mano. Pequeña, discreta, de sabor ácido y apariencia rugosa, el limón es uno de esos ingredientes humildes que esconde un poder nutricional extraordinario.
No solo es versátil y económico, sino que ha sido señalado por especialistas como un aliado imprescindible para reforzar las defensas y mejorar la salud cardiovascular. A continuación, te contaremos por qué el limón que solemos relegar a un simple chorrito sobre una ensalada o al fondo del refrigerador, debería tener un rol más destacado en tu alimentación.
5Una fruta accesible, versátil y sostenible

A diferencia de otras frutas exóticas o de temporada, el limón está disponible todo el año. No necesita ser transportado desde lugares lejanos ni requiere envases sofisticados para conservar sus propiedades. Es una fruta local, sostenible y económica, ideal para incorporarla a nuestra dieta diaria sin complicaciones.
Además, su versatilidad culinaria es innegable: se puede usar en bebidas, aderezos, postres, marinados, infusiones e incluso como conservante natural. También sirve para preparar remedios caseros, desinfectar alimentos o dar un toque fresco y saludable a cualquier plato. Por eso, no es casualidad que esté presente en casi todas las cocinas del mundo.
La Fundación Española de la Nutrición lo tiene claro: el limón no solo es una fruta básica en la cocina mediterránea, sino un verdadero aliado para la salud. Y lo mejor es que no hace falta consumirlo en grandes cantidades para notar sus efectos positivos. Un poco de jugo fresco, ralladura o rodajas en agua pueden ser suficientes para sumar antioxidantes, vitaminas y fibra a tu dieta diaria.