Aunque al pensar en una dieta rica y equilibrada la mente se nos vaya a los colores intensos de frutas tropicales, a los superalimentos de moda o a las verduras de hoja verde que arrasan en las redes sociales, hay una fruta que solemos pasar por alto, a pesar de tenerla siempre al alcance de la mano. Pequeña, discreta, de sabor ácido y apariencia rugosa, el limón es uno de esos ingredientes humildes que esconde un poder nutricional extraordinario.
No solo es versátil y económico, sino que ha sido señalado por especialistas como un aliado imprescindible para reforzar las defensas y mejorar la salud cardiovascular. A continuación, te contaremos por qué el limón que solemos relegar a un simple chorrito sobre una ensalada o al fondo del refrigerador, debería tener un rol más destacado en tu alimentación.
2La vitamina C del limón: una dosis diaria de inmunidad natural

Entre los nutrientes más destacados del limón se encuentra la vitamina C, también conocida como ácido ascórbico. Basta con saber que un solo limón aporta cerca del 60 % de la dosis diaria recomendada para comprender por qué este cítrico es considerado un refuerzo natural de nuestras defensas.
La vitamina C tiene múltiples funciones: fortalece el sistema inmunológico, actúa como antioxidante, participa en la formación de colágeno y mejora la absorción de hierro. De hecho, el portal especializado Healthline asegura que el limón no solo ayuda a prevenir enfermedades respiratorias y resfriados, sino que también tiene un impacto directo en la salud cardiovascular, al reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Además, su alto contenido de ácido cítrico y otros ácidos orgánicos (como el málico, acético y fórmico) potencia aún más sus beneficios al estimular la función hepática, mejorar la digestión y mantener el pH del organismo en equilibrio.