Aunque al pensar en una dieta rica y equilibrada la mente se nos vaya a los colores intensos de frutas tropicales, a los superalimentos de moda o a las verduras de hoja verde que arrasan en las redes sociales, hay una fruta que solemos pasar por alto, a pesar de tenerla siempre al alcance de la mano. Pequeña, discreta, de sabor ácido y apariencia rugosa, el limón es uno de esos ingredientes humildes que esconde un poder nutricional extraordinario.
No solo es versátil y económico, sino que ha sido señalado por especialistas como un aliado imprescindible para reforzar las defensas y mejorar la salud cardiovascular. A continuación, te contaremos por qué el limón que solemos relegar a un simple chorrito sobre una ensalada o al fondo del refrigerador, debería tener un rol más destacado en tu alimentación.
1Una fruta silenciosa, pero cargada de beneficios

Pese a su perfil bajo en comparación con otras frutas de temporada más llamativas, el limón se ha ganado el reconocimiento de nutricionistas y organismos especializados por su asombroso perfil nutricional. La Fundación Española de la Nutrición (FEN), una de las entidades más prestigiosas en este ámbito, lo define como “el fruto en baya del limonero, árbol de hoja perenne y espinoso de la familia de las rutáceas”.
El limonero, además, crece con éxito tanto en climas templados como tropicales, lo cual explica su presencia en casi todas las cocinas del mundo. En España, el tipo más consumido es el limón grande y amarillo, fácilmente identificable por su cáscara gruesa, algo rugosa y muy aromática, que protege una pulpa jugosa con pocas semillas.
Pero más allá de su apariencia, lo interesante del limón está en su interior. No solo aporta un alto contenido de vitamina C, sino que también contiene ácidos orgánicos (como el cítrico y el málico), compuestos fenólicos antioxidantes y fitonutrientes únicos, como los limonoides y flavonoides, que contribuyen a múltiples funciones del organismo.