Pocas frutas tienen el poder refrescante, ligero y saludable que ofrece la sandía, especialmente en los meses más calurosos del año. Con su sabor suave, su abundante contenido de agua y su perfil nutricional casi perfecto, se ha ganado el corazón —y la mesa— de muchos hogares españoles. Sin embargo, no todas las sandías que vemos en los estantes del supermercado son igual de seguras.
El nutricionista y divulgador Pablo Ojeda lanzó recientemente una advertencia contundente. Su mensaje fue claro: evitar comprar sandía ya cortada si no se encuentra perfectamente refrigerada, ya que su consumo podría suponer un riesgo real para nuestra salud. A continuación, te contaremos qué ocurre exactamente con estas piezas partidas y por qué deberías pensarlo dos veces antes de llevarte una a casa.