Existe una playa en la costa gallega que rompe todos los esquemas y redefine por completo la imagen que muchos tienen de esta verde y frondosa región del norte de España. Hablamos de un paraje donde la naturaleza exhibe su poder de una forma sobrecogedora, creando un paisaje casi extraterrestre que deja sin aliento a quien lo visita por primera vez. Es el Parque Natural de las Dunas de Corrubedo, un lugar donde el concepto tradicional de costa se desvanece para dar paso a la sensación de estar en dos mundos a la vez, un espejismo dorado que se funde con el azul intenso del Atlántico, creando una estampa de una belleza casi irreal. Este enclave no es solo un destino, es una experiencia sensorial completa que desafía las expectativas y se graba en la memoria de forma indeleble.
La magia de este rincón de Ribeira, en la provincia de A Coruña, reside en su capacidad para transportarnos a un escenario más propio del Sáhara que de las Rías Baixas. La experiencia de esta playa va más allá de un simple día de sol y mar; es una invitación a explorar un ecosistema vivo y en constante cambio, un monumento natural esculpido por el viento y el tiempo, donde el silencio solo es interrumpido por el rugido de las olas y el silbido del aire entre los juncos, invitando a una desconexión profunda. La promesa de caminar sobre kilómetros de arena fina, ascender una duna que parece no tener fin y contemplar un horizonte infinito es el poderoso imán que atrae a viajeros y amantes de la naturaleza a este tesoro gallego.
1UN DESIERTO GIGANTE BAÑADO POR EL ATLÁNTICO: ASÍ ES CORRUBEDO
Al llegar a Corrubedo, la primera impresión es de un asombro casi reverencial, un impacto visual que sitúa al visitante en un escenario completamente inesperado. Uno no espera encontrar en plena costa gallega un paisaje de playa que desafía la lógica geográfica de la región, un lienzo que desafía la lógica geográfica de Galicia, ofreciendo un panorama que transporta al visitante a latitudes mucho más áridas y lejanas, sin abandonar la mágica costa coruñesa. La inmensidad del campo dunar se extiende ante los ojos como un mar de arena dorada, ondulante y salvaje, que parece querer devorar el verde de los pinares cercanos para finalmente rendirse ante la majestuosidad del océano.
El complejo dunar abarca una superficie de casi mil hectáreas, pero su joya de la corona es, sin duda, la gran duna móvil, una colosal montaña de arena que se desplaza inexorablemente por la acción del viento. Con más de un kilómetro de longitud y superando en algunos puntos los veinte metros de altura, esta formación es un espectáculo en sí misma, una muralla de arena fina y dorada que se alza imponente, cuya cima ofrece unas vistas panorámicas que quitan el aliento y recompensan el esfuerzo del ascenso, abarcando la inmensidad del océano y la ría de Arousa.