España, esa tierra que no deja de sorprender, esconde rincones que quitan el aliento y que demuestran que la aventura espera a la vuelta de cualquier recodo de montaña. Si bien el Caminito del Rey, tras su rehabilitación, se ha convertido en un icono mundial de las rutas vertiginosas, existe en el norte peninsular una joya menos conocida, pero igualmente espectacular, que ofrece una experiencia similar de adrenalina y paisajes sobrecogedores. Nos dirigimos a Huesca, a un paraje donde la roca y el agua han esculpido un desfiladero sobre el que pende una estructura humana que desafía a la gravedad.
Se trata de las Pasarelas de Montfalcó, una proeza de ingeniería y senderismo que serpentea adherida a la pared vertical del Congost de Mont-rebei, ofreciendo vistas de infarto sobre el río Noguera Ribagorzana. La sensación de caminar suspendido en el vacío, con el sonido del agua rompiendo contra las rocas muy por debajo de los pies, es algo que marca para siempre al que se atreve a recorrer esta ruta. Es una de esas experiencias que te reconectan con la inmensidad de la naturaleza, y que te hacen sentir diminuto ante la fuerza y la belleza del paisaje pirenaico.
4LA AVENTURA COMPLETA: MÁS ALLÁ DE LAS PASARELAS
Las Pasarelas de Montfalcó no son un destino aislado, sino que forman parte de una ruta más amplia que ofrece una experiencia de senderismo completa y variada. El acceso habitual suele implicar una aproximación por senderos que recorren paisajes mediterráneos de pinos y carrascas, con desniveles que preparan las piernas y el ánimo para el desafío principal. A menudo, la ruta se combina con el paso por el Puente Colgante de Montfalcó, una estructura que cruza el Noguera Ribagorzana y que añade otro punto de emoción y unas vistas diferentes del desfiladero, conectando así diferentes tramos del recorrido y ofreciendo diversas opciones de circuito para los senderistas.
El recorrido completo, si se aborda desde el lado aragonés de Montfalcó, te lleva a través de un paisaje diverso que incluye pistas forestales, senderos pedregosos y, por supuesto, las famosas pasarelas y escaleras. Es una jornada que exige esfuerzo físico, pero que recompensa con creces con la belleza ininterrumpida del entorno. La sensación de culminar el tramo de las pasarelas y haber superado el desafío es muy gratificante, similar a la que se puede sentir al completar el Caminito del Rey, aunque aquí el ambiente puede resultar más salvaje y menos «domesticado» en ciertos puntos, manteniendo un carácter de aventura más pura en algunos tramos.