Especial 20 Aniversario

El ‘Caminito del Rey’ del norte: una pasarela sobre un desfiladero que te dejará sin aliento en Huesca

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España, esa tierra que no deja de sorprender, esconde rincones que quitan el aliento y que demuestran que la aventura espera a la vuelta de cualquier recodo de montaña. Si bien el Caminito del Rey, tras su rehabilitación, se ha convertido en un icono mundial de las rutas vertiginosas, existe en el norte peninsular una joya menos conocida, pero igualmente espectacular, que ofrece una experiencia similar de adrenalina y paisajes sobrecogedores. Nos dirigimos a Huesca, a un paraje donde la roca y el agua han esculpido un desfiladero sobre el que pende una estructura humana que desafía a la gravedad.

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Se trata de las Pasarelas de Montfalcó, una proeza de ingeniería y senderismo que serpentea adherida a la pared vertical del Congost de Mont-rebei, ofreciendo vistas de infarto sobre el río Noguera Ribagorzana. La sensación de caminar suspendido en el vacío, con el sonido del agua rompiendo contra las rocas muy por debajo de los pies, es algo que marca para siempre al que se atreve a recorrer esta ruta. Es una de esas experiencias que te reconectan con la inmensidad de la naturaleza, y que te hacen sentir diminuto ante la fuerza y la belleza del paisaje pirenaico.

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LAS ESCALERAS DE MONTFALCÓ: INGENIERÍA Y VERTIGO SOBRE LA ROCA

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Lo que distingue a las Pasarelas de Montfalcó son, sin duda, sus icónicas escaleras de madera. Ancladas directamente a la pared vertical del desfiladero, estas escaleras parecen desafiar todas las leyes de la física y la gravedad, ascendiendo y descendiendo por tramos que quitan el aliento. No es una simple pasarela horizontal, sino una estructura que juega con la verticalidad del entorno, obligando al senderista a superar tramos de escalones irregulares y con una pendiente considerable, siempre con la sensación de abismo a un lado.

Caminar por estas escaleras es una experiencia sensorial completa: el sonido de la madera bajo los pies, el viento que sube desde el río, la textura rugosa de la roca al alcance de la mano y, sobre todo, la impresionante vista que se abre conforme ganas o pierdes altura. Es un recordatorio constante de la audacia del proyecto que permitió construir un paso humano en un lugar tan salvaje. A diferencia de algunos tramos más protegidos del Caminito del Rey, la sensación de exposición aquí es muy palpable, lo que añade un extra de emoción a la aventura y subraya la magnificencia del entorno natural.

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