Desde hace algunos años, OnlyFans se ha instalado en el imaginario colectivo como una plataforma digital donde miles de mujeres —y en menor medida, hombres— venden contenido, principalmente sugerente, directo a suscriptores. Inicialmente, la idea sugiere ser empoderadora: mujeres que pueden controlar su contenido, sus horarios, sus ganancias. Sin embargo, cada día hay más voces alertando de que lo que se ofrece como libertad, en realidad, podría tratarse de una nueva versión del sistema de dominación sexual de siempre, conocido anteriormente como explotación, pero adaptado a la era digital.
Personalidades del espectáculo, como la cantante Nathy Peluso, dieron su voto de confianza a la plataforma, pero posteriormente la artista, en específico, decidió cerrar su cuenta después de un breve paso por la plataforma, confesando el «terror» que le ocasionó la experiencia. Por otro lado, están los más optimistas, como Lily Allen que asegura ganar mini fortunas vendiendo fotos de sus pies. Incluso, el presentador de RTVE, David Broncano, admitió en uno de los programas de ‘La Revuelta’, en tono de broma, que le han propuesto abrir una cuenta. El fenómeno de OnlyFans ha permeado tanto en la cultura pop como en los entornos académicos, sociales y feministas, creando un debate cada día más normalizado.
3El arduo debate sobre el empoderamiento y la opresión

Aquellos que defienden el modelo de OnlyFans generalmente argumentan que estas mujeres lo hacen por elección y que obtienen beneficios económicos importantes. Pero, lo cuestionable es, ¿hasta qué punto hay libertad de elegir cuando el sistema ya está estructurado para que las mujeres, en su mayoría, expongan su cuerpo y ellos paguen por verlo? «Para mí es absolutamente evidente que está basado en los mismos sistemas de opresión y de control que ha tenido el mercado del sexo históricamente», afirma Sáez Escolano.
Por su parte, la jurista Laura Selena Báez también cuestiona la estructura de OnlyFans: «La plataforma es un espacio de falso empoderamiento para las mujeres. Su estrategia consiste en vender el mensaje de que la mujer tiene poder cuando un hombre está dispuesto a pagar por verla desnuda». En ese mismo informe, se subraya cómo se ha normalizado actualmente la hipersexualización femenina desde la adolescencia, disfrazada de libertad o emprendimiento digital.