Con la llegada del verano, las carreteras españolas se llenan de vehículos, marcando el inicio de un período donde los viajes por carretera se multiplican. Sin embargo, este aumento en la movilidad trae consigo la repetición de ciertas conductas al volante que, aunque parezcan inofensivas, pueden acarrear sanciones significativas por parte de la Dirección General de Tráfico (DGT).
La dirección, siempre atenta a la seguridad vial, nos recuerda que no todas las infracciones están explícitamente detalladas en la normativa, pero sí pueden ser motivo de multa si comprometen la seguridad en la conducción. En este artículo te contaremos cuáles son los errores más comunes que todo conductor debe saber para evitar las dolorosas multas de la DGT.
5La importancia del contexto y la consecuencia directa

La clave para entender cuándo una acción se convierte en infracción radica en el contexto y la consecuencia directa que tiene sobre la seguridad de la conducción. La DGT lo recalca: la sanción no se produce por el simple hecho de comer o ir descalzo, sino porque esa acción concreta ha afectado la capacidad de reacción, el control del vehículo o la atención a la carretera. Es decir, no hay una lista exhaustiva de prohibiciones, sino un principio general: cualquier acto que comprometa la seguridad vial es sancionable.
Por ejemplo, si un conductor está bebiendo agua y, al hacerlo, desvía la mirada de la carretera durante unos segundos o realiza una maniobra brusca, la acción de beber agua se convierte en una infracción porque ha afectado la seguridad. Lo mismo ocurre si, al intentar ponerse el cinturón de seguridad de una forma inadecuada o ajustar algo en el coche, se pierde el control momentáneo del volante. La multa no es por la acción en sí, sino por la irresponsabilidad que deriva de no mantener la atención plena en la conducción.