En la lucha contra la diabetes tipo 2, una enfermedad crónica que avanza con el paso del tiempo, ciertos alimentos vuelven a estar bajo la lupa de la ciencia. Entre ellos, la cebolla emerge como un posible aliado inesperado. Más allá de su sabor y presencia cotidiana en la cocina, esta hortaliza empieza a despertar el interés de investigadores que buscan nuevas estrategias nutricionales para frenar el avance de la enfermedad.
Un reciente estudio ha puesto a la cebolla en el centro del debate médico, sugiriendo que podría tener efectos directos sobre la regulación de la glucosa en sangre. Aunque los resultados aún son preliminares, marcan un paso esperanzador hacia el diseño de dietas terapéuticas más efectivas. En este contexto, lo que antes se consideraba simplemente un condimento, podría transformarse en una herramienta clave para mejorar la salud metabólica global.
6¿Un paso más hacia una dieta terapéutica?

En los últimos años, el concepto de “alimentación como medicina” ha ido ganando terreno. Ya no se trata solo de evitar el azúcar o contar calorías, sino de comprender cómo ciertos alimentos pueden intervenir activamente en procesos bioquímicos del cuerpo.
En este nuevo enfoque, la cebolla se suma a otros alimentos que han demostrado propiedades reguladoras de la glucosa, como la canela de Ceilán, el vinagre de manzana orgánico, los frutos rojos y algunas semillas como la chía o el lino. Todos ellos actúan de forma sinérgica, ralentizando la absorción de carbohidratos y mejorando la sensibilidad a la insulina.