La empanada gallega de atún que siempre triunfa: la receta de la masa casera que la hace única

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La empanada gallega es, sin lugar a dudas, uno de los grandes tótems de la gastronomía española, un emblema culinario que trasciende fronteras y que evoca inmediatamente imágenes de fiestas populares, reuniones familiares y el sabor auténtico de una tierra con un patrimonio culinario riquísimo. Dentro de sus múltiples variantes, la de atún ostenta un reinado indiscutible en el gusto popular, posicionándose como la favorita en incontables hogares y celebraciones, un bocado que sabe a tradición y a éxito asegurado en cualquier mesa que se precie de buen comer.

Existe, sin embargo, una versión concreta de esta joya de la cocina que se distingue por sus detalles, una fórmula que ha pasado de generación en generación, perfeccionándose en el silencio de las cocinas hasta alcanzar una maestría singular. No se trata solo de una receta más de empanada gallega de atún, sino de esa receta que consigue que el resultado final sea extraordinariamente jugoso, con una masa que es pura poesía, y que eleva el acto de comer una simple ración a una experiencia memorable que explica perfectamente por qué siempre triunfa.

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LA FÓRMULA MÁGICA DE LA MASA: ACEITE, VINO Y PIMENTÓN

Fuente: Freepik

La receta de masa que convierte a esta empanada de atún en un triunfo seguro descansa sobre tres pilares líquidos que le confieren una personalidad única y una textura inigualable: el aceite de oliva, el vino blanco y el pimentón. Lejos de ser meros aditivos, estos ingredientes son cruciales para lograr esa masa tierna por dentro y ligeramente crujiente por fuera, con un color dorado y un aroma sutilmente picante que ya desde el amasado anticipa el festín que está por llegar. El aceite, preferiblemente de oliva virgen extra, aporta elasticidad a la masa y ayuda a que no quede seca, confiriéndole una ternura que se agradece en cada bocado y que facilita enormemente el proceso de estirado, evitando que la masa se contraiga o se rompa al darle forma, un detalle técnico crucial para que la empanada quede bien sellada y el relleno no se escape durante el horneado, manteniendo toda su jugosidad.

El vino blanco, por su parte, interviene en la magia de dos maneras fundamentales: aporta acidez que ayuda a desarrollar el gluten de la harina, resultando en una masa más ligera y con mejor estructura, y contribuye a la evaporación durante el horneado, generando esas pequeñas bolsas de aire que le dan ese deseado toque hojaldrado sin necesidad de usar mantequilla ni técnicas complejas de laminado, un secreto que muchos profesionales y amas de casa gallegas guardan con recelo. Finalmente, el pimentón, ya sea dulce, picante o una mezcla, no solo tiñe la masa de un apetitoso color rojizo-anaranjado, sino que le añade un matiz de sabor característico que se integra perfectamente con el relleno de atún, potenciando los sabores y creando una armonía gustativa que es sello distintivo de las mejores empanadas, demostrando cómo ingredientes humildes pueden transformarse en algo extraordinario con el conocimiento adecuado.

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