Una de las actividades más comunes durante el verano es acudir y nadar en las piscinas, sin embargo ha causado preocupación la noticia de un adolescente de 17 años cuya vida está en peligro luego de haber contraído la ameba ‘come cerebro’ al sumergirse en una piscina contaminada en Alemania.
El menor vive desde hace nueve meses con una ameba alojada en su cerebro que ha generado la pérdida de movilidad en la mitad de su cuerpo. Si bien se trata de un caso grave, ya que esta ameba puede provocar la destrucción del tejido cerebral, existen otro tipo de infecciones que pueden contraerse al nadar en una piscina.
UN ESTUDIO DE REINO UNIDO ALERTA DE UN MICROORGANISMO QUE SOBREVIVE EN LAS PISCINAS GRACIAS AL CLORO
Es lo que se ha descubierto desde un estudio en Reino Unido, tal y como ha desvelado esta semana la BBC. Y es que esta investigación por parte de la Public Health Wales, ha alertado sobre la presencia de microorganismos que podrían sobrevivir a los tratamientos habituales de cloración, incrementando el riesgo de infecciones gastrointestinales, cutáneas o respiratorias. Así lo han explicado detalladamente en la BBC.
Uno de los patógenos más preocupantes detectados es el Cryptosporidium, un parásito que ha protagonizado varios brotes de enfermedades intestinales en países como Reino Unido. Esta especie puede causar síntomas prolongados como diarrea, vómitos y dolor abdominal, especialmente en personas inmunodeprimidas, menores y ancianos.

Solo en el Reino Unido se han detectado más de 500 casos en el último año, cinco veces más de lo esperado, aunque los expertos apuntan que podrían ser muchos más, ya que en ocasiones los afectados no informan sobre su dolencia.
La incidencia de este parásito del sistema digestivo, que habitualmente causa cuadros gastrointestinales leves, se ha disparado en buena parte del continente sin que los expertos acaben de dar con una única causa que lo explique.
EL CRYPTOSPORIDIUM, UN PATÓGENO PELIGROSO
Así, la Agencia de Salud y Seguridad de Irlanda (HSE) señaló a mediados de octubre a la localidad de Salou (Tarragona) como uno de los focos de contagio del parásito, según recoge el medio especializado Food Safety News.
El estudio realizado en piscinas de Ohio reveló que los adultos ingieren una media de 21 mililitros de agua por hora, mientras que los niños llegan a tragar hasta 49 mililitros. Esta exposición constante eleva las probabilidades de contraer infecciones, sobre todo durante los días de máxima ocupación.
Los organismos patógenos que podemos encontrar en aguas recreativas son diversos: pseudomonas, protozoos, estafilococos, estreptococos fecales, coliformes fecales como la famosa Escherichia coli, coliformes totales, norovirus o incluso legionela, que suele aparecer en piscinas climatizadas o spas.
MÁS DE 3.600 PERSONAS ENFERMAN POR BAÑARSE EN PISCINAS MAL DESINFECTADAS
No hay datos globales de España, pero en Estados Unidos, entre los años 2015 y 2019, más de 3.600 personas enfermaron por bañarse en agua mal desinfectada en piscinas, jacuzzis y parques acuáticos. Hubo 286 hospitalizaciones y trece personas murieron.
Los niños, las mujeres embarazadas y las personas inmunocomprometidas tienen un mayor riesgo de contraer una infección mientras nadan. Bastan alrededor de unos 0,14 gramos de materia fecal, una cantidad similar a unos pocos granos de arena, para contaminar una piscina. Por eso las personas enfermas con diarrea no deben bañarse.
Un estudio realizado en piscinas públicas estadounidenses durante la temporada de natación del verano confirmó que los nadadores introducen heces en el agua de la piscina con frecuencia. En concreto, el análisis encontró que el 58% de las muestras de filtros de piscina analizadas dieron positivo para Escherichia coli.