Especial 20 Aniversario

El peligro silencioso de los alimentos veraniegos: por qué la obsesión con el “peso ideal” nos aleja del verdadero bienestar

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Con la llegada del verano y las temperaturas más altas, también aparece un viejo patrón que se repite año tras año: el intento acelerado por alcanzar el “cuerpo perfecto” a merced de los alimentos. Las redes sociales, la televisión y las publicidades nos recuerdan a diario que pronto será momento de mostrar más piel, y con ese recordatorio también llega la presión por cambiar rápidamente. Pero ¿qué tan saludable es esta urgencia por encajar en un estándar?

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Especialistas en alimentos y entrenamiento coinciden en que esta carrera por bajar de peso, lejos de promover hábitos positivos, muchas veces activa mecanismos contraproducentes que terminan dañando la salud física y emocional. Lo que comienza como una meta estética puede derivar en trastornos alimentarios, frustración crónica o incluso lesiones. Por eso, el foco, aseguran, debe ponerse en un bienestar sostenible que se construya desde adentro hacia afuera.

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Salud emocional: la parte olvidada del bienestar

Salud emocional: la parte olvidada del bienestar
Fuente: Agencias

Si bien en verano se suele hablar mucho de físico, alimentos y poco de emociones, lo cierto es que ambas dimensiones están profundamente conectadas. La presión por lucir de determinada manera, según explican las especialistas, puede tener un impacto importante sobre la salud mental. La comparación constante, especialmente en redes sociales, suele hacer estragos en la autoestima.

La doctora Aguirre Ackermann recomienda dejar de mirar hacia afuera y empezar a reconocer los propios logros. Cada pequeño cambio, como tomar más agua o sumar una verdura a las comidas, es valioso y merece ser celebrado. Ser amables con nosotros mismos es parte fundamental del proceso.

También es fundamental saber que no existe un único modelo de cuerpo saludable. Cada persona tiene su propio ritmo, su genética y sus circunstancias. El bienestar no se mide en kilos, tallas ni fotos editadas. Por eso, aceptar la propia imagen, con todo lo que implica, es un paso indispensable para generar cambios verdaderos y duraderos.

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