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El peligro silencioso de los alimentos veraniegos: por qué la obsesión con el “peso ideal” nos aleja del verdadero bienestar

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Con la llegada del verano y las temperaturas más altas, también aparece un viejo patrón que se repite año tras año: el intento acelerado por alcanzar el “cuerpo perfecto” a merced de los alimentos. Las redes sociales, la televisión y las publicidades nos recuerdan a diario que pronto será momento de mostrar más piel, y con ese recordatorio también llega la presión por cambiar rápidamente. Pero ¿qué tan saludable es esta urgencia por encajar en un estándar?

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Especialistas en alimentos y entrenamiento coinciden en que esta carrera por bajar de peso, lejos de promover hábitos positivos, muchas veces activa mecanismos contraproducentes que terminan dañando la salud física y emocional. Lo que comienza como una meta estética puede derivar en trastornos alimentarios, frustración crónica o incluso lesiones. Por eso, el foco, aseguran, debe ponerse en un bienestar sostenible que se construya desde adentro hacia afuera.

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Movimiento con sentido: la actividad física puede ser un alimento para el alma

Movimiento con sentido: la actividad física puede ser un alimento para el alma
Fuente: Unsplash

Cuando el objetivo es cambiar el cuerpo rápido, es común que algunas personas recurran a entrenamientos extenuantes o rutinas imposibles. Aquí aparece otro riesgo: el del ejercicio como castigo. Según explica Lescano, esto suele llevar a lesiones o abandonos prematuros. El cuerpo necesita tiempo para adaptarse, y exigirlo más de la cuenta es contraproducente.

Lo importante, entonces, es elegir una actividad que se disfrute. Caminar, bailar, nadar o practicar yoga pueden ser tan beneficiosos como levantar pesas o correr. El secreto está en sostener el hábito en el tiempo. Y para eso, tiene que haber placer. No hace falta ser atleta para estar en forma. Basta con moverse de manera regular y respetar los propios límites.

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