Especial 20 Aniversario

El único desierto de Europa está en España y es el escenario de las películas del Oeste que marcaron tu infancia

El desierto de Tabernas, en Almería, es un rincón árido que desafía la imagen típicamente verde o montañosa de Europa, pero que se ha quedado grabado a fuego en la memoria colectiva gracias a su conexión con el cine. Pocos lugares en nuestro continente pueden presumir de una fisonomía tan singular, un paisaje lunar que durante décadas sirvió como telón de fondo para las aventuras de forajidos, sheriffs y pistoleros que nos hicieron soñar y definieron un género. Esta tierra de contrastes, donde la vegetación apenas se aferra al terreno bajo un sol implacable, ha sido el escenario mudo de tiroteos legendarios y duelos al sol que marcaron a generaciones enteras de espectadores españoles y de todo el mundo, consolidando un legado fílmico inesperado en esta provincia andaluza.

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Aquellos decorados efímeros, pensados en principio para ser desmontados una vez finalizado cada rodaje, resistieron milagrosamente el paso del tiempo y hoy se alzan como testigos silenciosos de una época dorada del celuloide. La magia de Hollywood, o mejor dicho, la de los estudios europeos con alma y visión del Oeste, dejó una huella imborrable y fascinante en este paraje desolado pero cargado de historia. Visitarlo ahora mismo es como cruzar un portal que te transporta directamente a aquellas escenas legendarias, reviviendo la emoción y la polvareda de las grandes películas que aún hoy, décadas después de su estreno, seguimos disfrutando y redescubriendo con genuina fascinación. Un viaje en el tiempo a un pasado fílmico que, sorprendentemente, sigue muy vivo en pleno siglo XXI.

EL DESIERTO DE TABERNAS: UN CAPRICHO GEOLÓGICO EN EUROPA

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No es casualidad que la provincia de Almería albergue este paraje único en su especie dentro del continente. La combinación muy particular de escasísimas lluvias, temperaturas extremas tanto diurnas como nocturnas y vientos secos y constantes crea un microclima árido que lo convierte, sin discusión, en el único desierto propiamente dicho de Europa. Sus formaciones de badlands, sus cárcavas profundas y sus ramblas sinuosas, esculpidas pacientemente a lo largo de millones de años por la erosión del agua torrencial y el viento, conforman un paisaje que parece sacado de otro planeta, o al menos, idéntico al de las áridas llanuras y mesetas de Arizona, Nevada o Nuevo México. Este entorno tan particular y visualmente impactante, que se extiende majestuosamente por más de 11.000 hectáreas protegiendo un ecosistema singular, ofrece una biodiversidad específica, perfectamente adaptada a las condiciones de sequedad extrema, lo que lo convierte en un laboratorio natural fascinante para biólogos, geólogos y estudiosos de la botánica. La aridez es su firma, su seña de identidad, y lo que lo diferencia radicalmente del resto de paisajes europeos.

A pesar de su apariencia inicial, que podría sugerir desolación y falta de vida, la naturaleza, en su infinita capacidad de adaptación, se abre paso con tenacidad en este singular desierto andaluz. Especies vegetales como el cactus, el palmito, el esparto, la pita o la retama, de una resistencia admirable, tapizan el suelo pedregoso y arenoso, mientras que una variada fauna que incluye aves rapaces como águilas y halcones, diversos tipos de reptiles que se camuflan con el entorno, y pequeños mamíferos como zorros y conejos, han encontrado en este hábitat inhóspito su refugio y su hogar. Es un ecosistema de una fragilidad sorprendente bajo su aparente dureza, que requiere una especial protección y una concienciación activa por parte de quienes lo visitan, para asegurar la preservación de su extraordinaria singularidad biológica y de su icónico paisaje para las generaciones futuras. La vida aquí es un ejemplo de supervivencia en las condiciones más adversas.

CUANDO EL OESTE SE MUDÓ AL DESIERTO DE ALMERÍA

A mediados del siglo XX, en plena efervescencia de la industria cinematográfica, los productores de cine, especialmente los europeos, se lanzaron a la búsqueda de escenarios auténticos, visualmente convincentes y, no menos importante, económicamente accesibles para rodar películas del Oeste, un género que gozaba de una popularidad arrolladora en aquel entonces. Almería, y en particular su desierto, presentó la solución perfecta. Ofrecían un paisaje casi idéntico al de los míticos estados fronterizos del Suroeste de Estados Unidos, con la enorme ventaja de evitar los prohibitivos costes y la complejidad logística de trasladar equipos técnicos, elencos de actores y todo el material necesario al otro lado del Atlántico. Además, la inigualable luz mediterránea, intensa, limpia y con un matiz dorado al amanecer y atardecer, garantizaba días de rodaje soleados y predecibles durante la mayor parte del año, algo absolutamente crucial y determinante para la viabilidad de producciones con presupuestos ajustados y calendarios de filmación apretados. Era, en esencia, el ‘Far West’ a la vuelta de la esquina, un regalo geográfico para el cine.

Fue el genial director italiano Sergio Leone quien, con su particular visión cinematográfica y su estilo revolucionario, consolidó definitivamente la fama de este desierto a nivel mundial, elevándolo a la categoría de plató legendario. Con su célebre trilogía del dólar, protagonizada por un entonces poco conocido Clint Eastwood, Leone demostró al mundo que se podían hacer grandes wésterns, épicos y memorables, con un estilo propio, más crudo, minimalista y estilizado que el de Hollywood. Películas icónicas como «Por un puñado de dólares», «La muerte tenía un precio» o «El bueno, el feo y el malo» no solo rompieron moldes narrativos y estéticos, sino que establecieron un antes y un después en la historia del cine, creando el subgénero del ‘Spaghetti Western’ y convirtiendo a Tabernas y sus alrededores en un plató gigante, polvoriento y reverenciado por cinéfilos de todo el planeta. Su música inolvidable, compuesta por Ennio Morricone, se fundió para siempre con este paisaje.

LA HUELLA DEL SPAGHETTI WESTERN EN EL DESIERTO ALMÉRIENSE

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La llegada masiva y constante de los rodajes de películas del Oeste transformó de manera radical la vida cotidiana en los pequeños pueblos cercanos al desierto, especialmente en Tabernas. Los hoteles se llenaron de actores y técnicos de diversas nacionalidades, los restaurantes y bares vieron aumentar su clientela de forma exponencial, y para los vecinos se abrieron nuevas y numerosas oportunidades de empleo: extras en escenas multitudinarias, carpinteros construyendo los decorados de madera, transportistas moviendo equipos, figurantes a caballo, personal de cáterin, costureras para el vestuario… Fue una época de una bonanza económica inusual y muy bienvenida en una provincia tradicionalmente agrícola y con recursos limitados. Los habitantes se acostumbraron rápidamente a ver a estrellas de cine paseando por sus calles, a escuchar el sonido de los disparos de fogueo resonando en la lejanía y a convivir con cowboys, bandidos y vaqueras durante meses seguidos. Era una efervescencia cultural y económica que rara vez se había experimentado antes en la región, un soplo de aire fresco, aunque cargado de polvo y calor, que dinamizó la economía local y abrió la mente de muchos a otras realidades.

Se calcula que, a lo largo de la década dorada de los 60 y parte de los 70, en este desierto de Almería y en otras localizaciones de la provincia con paisajes adecuados para el género, se rodaron la asombrosa cifra de varios cientos de películas del Oeste. No solo fueron los famosos spaghetti westerns italianos, sino también producciones americanas que buscaban ahorrar costes, coproducciones europeas y filmes de otras nacionalidades. Para estas películas, se levantaron poblados enteros, réplicas minuciosas de las ciudades del Salvaje Oeste americano, con sus saloons, bancos, oficinas del sheriff, iglesias, barberías y casas de madera, muchos de ellos construidos con una solidez sorprendente para ser simples decorados pensados para durar poco. Esta intensa y frenética actividad cinematográfica dejó tras de sí un notable legado físico, una serie de construcciones que, contra todo pronóstico y a pesar de la dureza del clima, no se desvanecieron con el último «¡Corten!» y el fin de la filmación, perdurando en el paisaje.

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LOS POBLADOS DEL OESTE: UN DESIERTO QUE SE REINVENTA

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Cuando la febril época del spaghetti western comenzó a declinar a finales de los 70 y principios de los 80, y los equipos de rodaje dejaron de ser una presencia constante en la zona, algunos de los poblados permanentes que se habían levantado en el desierto de Tabernas tuvieron un segundo acto, un renacer inesperado y brillante. En lugar de ser abandonados a su suerte o demolidos, varios de estos decorados se reconvirtieron en parques temáticos y atracciones turísticas. Iniciativas pioneras como «Mini Hollywood», que con el tiempo evolucionaría hasta convertirse en el actual Oasys MiniHollywood, o «Fort Bravo», antes conocido como Texas Hollywood, vieron el enorme potencial turístico que residía en estos escenarios legendarios, ofreciendo a los visitantes la oportunidad única de pasear literalmente por las mismas calles de polvo y arena que recorrieron iconos del cine como Clint Eastwood, Lee Van Cleef o Charles Bronson. Se trata, sin duda, de una ingeniosa y exitosa forma de mantener viva la rica historia cinematográfica del lugar, transformando un plató de cine en un destino turístico que sigue atrayendo a cinéfilos, familias y curiosos de todas partes del mundo, deseosos de tocar la leyenda con sus propias manos.

Estos parques temáticos instalados en el corazón del desierto de Tabernas ofrecen hoy en día una experiencia de inmersión completa en el mundo del Salvaje Oeste de película. Más allá de simplemente contemplar los decorados originales, los visitantes pueden disfrutar de espectáculos en vivo con especialistas que recrean de forma emocionante y teatralizada los clásicos tiroteos en la calle principal, las peleas de saloon o los asaltos a diligencias, transportando al público directamente a una escena de película de acción. Dentro de las instalaciones, también se pueden encontrar museos dedicados al cine que se rodó allí, exposiciones de carros y diligencias de época, colecciones de vestuario cinematográfico, y en el caso de Oasys MiniHollywood, un impresionante zoológico con cientos de especies animales y una gran reserva botánica. Es un paseo tremendamente divertido, didáctico y cargado de nostalgia, ideal para disfrutar en familia y especialmente emotivo para cualquiera que creció viendo aquellos wésterns que marcaron una época y definieron un género.

UN VIAJE AL CORAZÓN DEL DESIERTO DE LAS ESTRELLAS

Visitar el desierto de Tabernas hoy en día es mucho más que una simple excursión a un parque temático; para muchos, es una verdadera peregrinación a un lugar icónico del cine y, para otros, un sorprendente descubrimiento de que un paisaje tan particular y cinematográfico existe realmente en España. Pasear por las calles polvorientas de los decorados, sentir el calor seco y el viento en la cara, contemplar la vastedad y la belleza cruda del paisaje árido circundante… todo en este lugar evoca instantáneamente las imágenes y las sensaciones vividas en la pantalla grande. El ambiente, la luz, el silencio roto solo por el viento, te transportan. Puedes casi escuchar la icónica banda sonora de Ennio Morricone sonando de fondo mientras caminas, imaginando perfectamente a los protagonistas salir lentamente por la puerta batiente del saloon, ensillar sus caballos o cabalgar con determinación hacia el horizonte infinito bajo el sol de Almería. Es una experiencia multisensorial para cualquier amante del séptimo arte.

La conservación adecuada de estos poblados cinematográficos históricos y, sobre todo, la protección del frágil y único entorno natural del desierto que los rodea son cruciales y representan un desafío constante. Estos lugares no son solo decorados antiguos; constituyen un valioso patrimonio cultural y turístico, un testimonio palpable de una época irrepetible de la historia del cine europeo y mundial que tuvo a Almería como protagonista. Mantener viva esta conexión entre el singular paisaje y la rica historia del celuloide asegura que las futuras generaciones, que quizás no crecieron con los spaghetti westerns, también puedan descubrir y experimentar la magia y la épica de aquellas películas que marcaron nuestra infancia y juventud. Es un rincón de Almería que, a pesar de su aridez, sigue disparando emociones y manteniendo vivo el espíritu del Salvaje Oeste.

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