Felipe de Borbón ya acaparaba portadas antes de ser rey. Antes de llegar al trono, el entonces Príncipe de Asturias tuvo una relación que sorprendería a muchos. Era 1995 cuando Felipe fue captado pasando unos días en la isla caribeña de San Martín acompañado por una joven estadounidense. Fue el diario El País el que el 4 de julio de ese año dio la noticia, aunque de forma escueta, pero reveladora: «Se llama Gigi». Treinta años han pasado desde aquel momento y la historia de aquella «alta, morena y de ojos verdes» sigue llamando la atención de los medios, no por lo que fue, sino por lo que pudo haber sido dentro de la Corona española.
Durante varias semanas del año 1995, Gigi fue la mujer que más ilusionó al futuro rey Felipe VI. Su relación fue breve, polémica y representó una ruptura con el prototipo de pareja que se esperaba para un heredero al trono. Ahora, treinta años más tarde, ella ha logrado construir una vida completamente independiente, triunfando como empresaria y madre. No es reina de España, pero sí lo es en su propia área: la innovación estética y la reinvención personal.
1El flechazo caribeño que ilusionó a Felipe VI antes que Letizia
Transcurría el verano del 95 y el nombre de Gigi Howard comenzaría a circular en medios españoles. Alta, morena, con estudios de Ciencias Políticas por la Georgia Southern University y además, colaboradora en causas benéficas, Howard habría sido presentada ante los medios como una joven con personalidad y estilo. Se decía que ilusionaba profundamente al príncipe Felipe y que la conexión entre ambos había nacido durante un viaje que compartieron en el Caribe.
La historia generó un revuelo mediático en ese entonces por varios aspectos. Primero, porque Gigi, evidentemente, no era europea ni pertenecía a ninguna casa noble, era una mujer norteamericana que hasta entonces había trabajado como modelo. Lo segundo fue el hecho de que un heredero al trono español se involucrara sentimentalmente con una extranjera sin conexiones aristocráticas, esto rompía con muchas estructuras tradicionales de la monarquía.
El impacto fue tal que durante ese verano, como recuerda El País, «los españoles fantasearon con la idea de una reina estadounidense». La posibilidad de que una norteamericana estuviera en la Zarzuela parecía, para muchos, tan improbable como fascinante. Sin embargo, la relación entre Felipe VI y Gigi fue corta, discreta y no trascendió más allá de aquel momento.
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