Especial 20 Aniversario

El lado oscuro de los retos virales: la peligrosa «dieta Disney» que preocupa a médicos y padres

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Las redes sociales se han convertido en un escenario habitual en la vida de los adolescentes. Lo que comenzó como un espacio de entretenimiento, se ha transformado en una fuente constante de tendencias, desafíos y, en muchos casos, modelos de comportamiento. Pero no todo lo que se comparte es inofensivo. Algunos contenidos, como las dietas y retos, pueden poner en riesgo la salud física y emocional de quienes los imitan.

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Una de las tendencias más preocupantes de los últimos meses es la llamada “dieta Disney”, un reto viral que ya ha generado alarma entre pediatras, nutricionistas y psiquiatras. El fenómeno, aparentemente ingenuo, invita a las jóvenes a imitar el patrón alimenticio de una princesa diferente cada día. Pero detrás del juego, se esconde una dinámica peligrosa que ha derivado en trastornos alimentarios graves en miles de adolescentes.

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Un juego que no es juego: qué es realmente la “dieta Disney”

Un juego que no es juego: qué es realmente la “dieta Disney”
Fuente: Agencias

Aunque el término pueda sonar inofensivo, la “dieta Disney” no es más que un nuevo disfraz de una vieja amenaza: la obsesión por el cuerpo ideal promovida por las redes sociales. Esta dieta propone que, durante una semana, cada día se coma como una princesa distinta. Así, el lunes se imita a Blancanieves y solo se ingiere una manzana; el martes, se encarna a Ariel y se bebe únicamente agua. Y así sucesivamente.

Algunos ejemplos son más extremos que otros, pero todos comparten un patrón común: restricciones calóricas severas, ausencia de nutrientes esenciales y una visión distorsionada de la alimentación. Bajo la premisa de “ser como ellas”, las adolescentes terminan adoptando prácticas que pueden derivar en problemas digestivos, desórdenes hormonales e incluso alteraciones cardíacas.

La apariencia de juego, la estética colorida y el lenguaje disfrazado hacen que muchas jóvenes minimicen los riesgos. Pero lo cierto es que, en muchos casos, los cambios de conducta son tan visibles que los propios padres terminan acudiendo al especialista.

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