Con un aforo a la mitad y en un ambiente ‘semi clandestino’ la mítica sala madrileña de La Riviera acogió a uno de los últimos padres del reggae clásico en activo y vivo. Burning Spear, una leyenda de la música jamaicana que evoca al esplendor que tuvo este estilo en épocas pasadas. Donde la capacidad musical iba ligada al compromiso social y las letras buscaban construir a una sociedad más justa.
En tiempos convulsos como este el mensaje de reggae es más necesario que nunca y el artista jamaicano con más de 80 años a sus espaldas y 60 de carrera es un buen ejemplo de ello. al pie del cañón, mostrando un mensaje igualitario y de lucha por el mundo. Incansable como todos los de su generación, lástima que algunos se fueron demasiado rápidos.
Criado en los guetos de Kingston, capital de la isla de Jamaica, Burning Spear cuenta con una trayectoria de más de seis décadas, y es que en los años setenta y ochenta fue uno de los revolucionarios del reggae. Entre sus álbumes más icónicos se encuentran trabajos como Social Living, Hail H.I.M. o Resistance.
Su carrera ha sido tan grande que ha recibido doce nominaciones a los Premios Grammy, ganando dos de ellas, a la categoría Mejor Álbum de Reggae con Calling Rastafari y Jah Is Real, además de recibir en el año 2007 la Orden de Distinción del Gobierno de Jamaica por su música. Historia viva de la música mundial y unas 400 personas disfrutaron de su paso por la capital de España.

LEGADO IMPRESIONANTE
Su legado como icono del reggae es indiscutible y su influencia se puede apreciar en la obra de innumerables artistas que han seguido sus pasos, especialmente dentro de la última hornada del ‘roots reggae’, el estilo más espiritual dentro de la música jamaicana y que exportó a todo el mundo toda una leyenda como Bob Marley.
Con el paso de los años y las décadas, su música fue evolucionando hasta incorporar elementos de jazz, funk y rock. Algo que no le impidió conectar con un público, mayoritariamente entrado en años, que quiso recordar éxitos como Marcus Garvey, Slavery Days, Columbus o African Teacher. Acompañado de una gran banda donde destaca el trio de viento, un elemento que da esa marca tan personal a la obra del artista caribeño.
El icono del movimiento rastafari, el jamaicano desarrollo un show abierto donde sus combativas letras se entremezclaban con su habilidad para tocar las percusiones. El amor, la igualdad, la lucha contra la pobreza y el anti racismo son una marca esencial del mensaje que Burning Spear lleva décadas transmitiendo por el mundo. Un legado que pervivirá seguramente en las generaciones venideras, a pesar del escaso público que en España suele tener este tipo de conciertos a excepción de Grandes Festivales, está claro que las formas de consumir música están cambiando.
Con más de dos horas de concierto el de la Isla hizo un recorrido sobre lo más granado de su repertorio que convenció a los allí presentes, muchos de ellos conscientes de estar ante uno de los últimos conciertos en nuestro país de semejante leyenda. Entregado a su público Spear fue capaz de vencer a la escasa calidad de sonido de la sala y pudo sobre llevar el espectáculo con una dignidad y un compromiso al alcance de pocos.
Una particular clase de lo más clásico del reggae. Con trompetas melódicas, ritmos eternos, percusiones exóticas y riffs agudos todo ello con lo más importante, el mensaje. Porque sin mensajes no es reggae, es otra cosa. Y en la Riviera hubo mensaje, hubo una oda al reggae.