El día de ayer, el rey Felipe VI visitó el Monasterio de Montserrat, generando con su discurso una fuerte respuesta política y social. La presencia del monarca no se trata solo del regreso del jefe del Estado a uno de los enclaves más simbólicos del catalanismo en medio siglo, lo que ha sido relevante o complemento de su participación es el contenido de su intervención, que ha servido para marcar distancia frente a los discursos de exclusión ideológica.
Con motivo del milenario del monasterio, el rey Felipe VI ha hecho un pronunciamiento directo, aunque sin nombrar a nadie, pero sus palabras han tenido una evidente carga política y provocaron reacciones inmediatas en el entorno independentista. La Casa Real se ha encargado de organizar la visita dentro de los actos conmemorativos de los mil años de historia de la Abadía de Montserrat, pero lo que podía haber sido un gesto institucional ameno ha acabado convirtiéndose en un acto que refleja las divisiones todavía latentes en la sociedad catalana y en la relación entre la monarquía y el independentismo.
4La nueva etapa de relación con Cataluña

Desde la crisis del procés, la Casa Real ha intentado aumentar su presencia institucional en Cataluña. La visita del monarca a Montserrat se enmarca dentro de esta estrategia, con la que el rey buscaría normalizar sus apariciones públicas en la comunidad. La Generalitat, ahora presidida por Salvador Illa, ha optado por una línea más pragmática. Illa también acompañó al monarca por la tarde, en un acto en Badia del Vallès con motivo del 50 aniversario del polígono de viviendas que acogió a personas que llegaron desde otras partes de España.
Esta nueva estrategia se alinea con la idea de «normalidad institucional» que Illa ha promovido desde su llegada al Govern. Según fuentes aunadas al ejecutivo catalán, la participación del rey en estos actos no implica un respaldo explícito a la monarquía, se trata de un compromiso con las instituciones del Estado y el diálogo social.