Aunque a menudo se asocia la salud con lo que comemos o la cantidad de ejercicio que hacemos, lo cierto es que uno de los pilares más olvidados —y fundamentales— para un estilo de vida equilibrado es el descanso nocturno. Dormir mejor no solo influye en el estado de ánimo, sino también en funciones críticas del cerebro y el cuerpo que determinan nuestro bienestar a largo plazo.
El sueño de calidad no es un lujo, es una necesidad biológica. Así lo confirman los expertos, quienes sostienen que mientras dormimos, nuestro organismo se encarga de reparar tejidos, fortalecer el sistema inmune y regular hormonas clave. Entre ellas, la melatonina juega un papel esencial, y su producción natural puede verse alterada con el paso de los años.
3La dieta mediterránea: un menú para descansar profundamente

El esquema de esta dieta se basa en una pirámide sencilla pero poderosa: consumir a diario frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, aceite de oliva, frutos secos y semillas. En menor proporción, se incluyen pescado, aves, lácteos y huevos, mientras que se reduce al mínimo la carne roja, los azúcares y los ultraprocesados.
Lo interesante, según Harvard, es que no se trata solo de qué se come, sino también de cómo se come. El acto de compartir la comida en un entorno tranquilo, con horarios regulares y sin pantallas, también promueve una mejor digestión y un descanso más reparador. Dormir mejor empieza mucho antes de meterse en la cama: comienza en la mesa.
Además, estudios recientes indican que los beneficios del vino tinto —consumido con moderación y en el contexto de la dieta mediterránea— también pueden favorecer el sueño gracias a su contenido en resveratrol, un antioxidante natural que mejora la salud cerebral.