Desde pequeños, el yogur ha sido un compañero cotidiano en las meriendas, los desayunos y hasta en más de una cena improvisada. Un alimento que atraviesa generaciones, se reinventa con sabores y texturas, pero que, curiosamente, aún despierta una duda persistente: ¿los yogures caducan? La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha decidido pronunciarse de manera contundente y lo ha dejado claro: los yogures no caducan, aunque sí tienen una fecha de consumo preferente.
La revelación de la OCU no solo ha sorprendido a miles de consumidores, sino que también ha abierto un debate sobre la seguridad alimentaria, el desperdicio de comida y los verdaderos límites de conservación de uno de los productos lácteos más populares del mercado.
1La OCU y el fin de una confusión histórica

Durante años, la pequeña fecha impresa en la tapa del yogur ha dictado nuestras decisiones: muchos hogares se deshacían de envases que, aunque aparentemente estaban en perfecto estado, sobrepasaban por uno o dos días el límite permitido. Ante esta práctica, la OCU ha querido aclarar que el yogur, en realidad, no caduca, y que su fecha de vencimiento —aquella que antes llevaba la etiqueta de «caducidad»— fue modificada legalmente en 2014 por una normativa europea que introdujo la figura de la fecha de consumo preferente.
Lo cierto es que, hasta hace una década, los yogures venían etiquetados con una fecha de caducidad de 28 días tras su fabricación. No obstante, los estudios científicos —respaldados por entidades como la OCU— demostraron que, bajo condiciones de refrigeración adecuadas, los yogures podían seguir siendo aptos para el consumo mucho más allá de ese plazo.
La clave del cambio radicó en entender que, debido a su acidez y al entorno cerrado del envase, el yogur tiene una protección natural contra el desarrollo de bacterias nocivas. Por eso, desde 2014, la fecha que figura en los envases es solo una recomendación: su consumo es seguro incluso días o semanas después, si el producto se ha conservado correctamente.