El fin de semana, el rey Felipe VI protagonizó un gesto que ha llamado la atención dentro y fuera del entorno militar. Durante el Festival Aéreo ‘AIRE 25’ celebrado en la Base Aérea de San Javier, en Murcia, el monarca tenía pautado asistir como espectador, pero en un gesto simbólico con su hija, fue más allá.
Mientras la princesa Leonor se prepara para afrontar uno de los años más desafiantes de su vida, su padre envía una señal clara: el trono no solo se hereda, se entrena. Y si el legado se construye con hechos, este guiño del rey representa un mensaje directo de respaldo, confianza y preparación. Una forma de decirle a su hija, y a todos los españoles, que Leonor está lista para comenzar a volar por sí misma.
3Un relevo generacional marcado por la formación militar
La decisión del rey Felipe VI de pilotar el PC-21 precio al ingreso de su hija en la AGA tiene un valor más allá de una actividad pública. Es sinónimo de un traspaso simbólico de experiencia, disciplina y vocación de servicio. El rey conoce a la perfección el sistema de formación militar, ya que pasó por las tres academias: la del Ejército de Tierra, la de la Armada y la del Aire. La princesa Leonor está siguiendo los mismos pasos de su padre.
El hecho de que ambos compartan modelo de aeronave —aun con casi una década de diferencia— denota el peso institucional del relevo generacional. Leonor, que ostentará el grado de alférez al ingresar a la academia, no tendrá privilegios dentro del entorno militar. Compartirá aulas, entrenamientos y ejercicios con los demás cadetes. Este proceso, además de dotarla de conocimientos tácticos o técnicos, la ayuda a preparar para ejercer su liderazgo futuro con base en la experiencia real de las Fuerzas Armadas.