La historia del tenis mundial podría haber vivido uno de sus capítulos más emotivos. Novak Djokovic, el eterno gladiador serbio, dejó abierta una posibilidad que nadie quería escuchar, que su último partido en Roland Garros ya haya sido disputado.
Luego de caer frente a Jannik Sinner en las semifinales, el campeón de 24 títulos de Grand Slam soltó una frase que estremeció a todos los rincones del estadio Philippe Chatrier.
Visiblemente conmovido por el momento, Djokovic reconoció que ese encuentro podría haber sido su despedida definitiva del mítico polvo de ladrillo parisino. La imagen del número 6 del mundo arrodillado, tocando la tierra que tantas veces lo vio campeón, dejó un sabor a despedida que cuesta digerir.
El respeto de un grande para otro
El responsable de frenar el avance de Djokovic fue Jannik Sinner, el joven talento italiano que no deja de crecer. En un partido que se extendió por tres horas y 15 minutos, Sinner desplegó toda su potencia y temple para imponerse por 6-4, 7-5 y 7-6 (3), asegurando su lugar en la gran final. Pero más allá del resultado, lo que quedó grabado fue el respeto mutuo entre dos generaciones de campeones.
Djokovic, con la humildad que lo caracteriza, le estrechó la mano a Sinner y admitió sin rodeos. «Fue mejor en todos los aspectos del juego». Del otro lado, el italiano —actual número uno del mundo— no escatimó en elogios y lo calificó como «el mejor jugador de la historia«, además de un modelo a seguir dentro y fuera de la cancha.
Esta fue la cuarta victoria consecutiva de Sinner sobre el serbio, lo que le permite sacar ventaja en el historial personal. Sin embargo, más allá de las estadísticas, lo que marcó la jornada fue la admiración genuina entre ambos protagonistas.
Una nueva era se abre paso
La derrota de Djokovic no solo puede significar el final de su camino en Roland Garros, sino también el comienzo oficial de una nueva etapa para el tenis masculino. Con su clasificación a la final, Jannik Sinner se enfrentará este domingo a Carlos Alcaraz en lo que será su primera final de Grand Slam entre ambos. Un duelo que muchos ya comienzan a catalogar como la próxima gran rivalidad del deporte.
Hasta ahora, el joven murciano lidera el historial por 7-4, y ha sido una verdadera piedra en el zapato para el italiano. Ambos, con estilos distintos pero una intensidad similar, representan el presente y futuro inmediato del tenis de élite.
Desde su lugar de leyenda, Djokovic no esquivó el tema y dio su opinión sobre esta nueva generación. “Si quieren estar al nivel del Big Three, tendrán que enfrentarse durante los próximos diez años”, comentó, en referencia a su histórica rivalidad con Federer y Nadal. Aun así, destacó el impacto positivo que están generando en el circuito.
Djokovic, con la sabiduría de quien lo ganó todo, entiende que su legado no solo se mide en títulos, sino también en el respeto que inspira en quienes hoy buscan tomar el testigo. Si su última función en París ya ocurrió, lo hizo con la frente en alto, cediendo el protagonismo a quienes están llamados a escribir los próximos capítulos.
