Consumir pescado es uno de los grandes gestos de cariño que podemos tener con nuestro cuerpo. Rico en proteínas, omega-3 y minerales esenciales, es un aliado silencioso de la salud. Sin embargo, no todos los peces nadan en aguas limpias: algunos acumulan metales pesados como el mercurio y, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), conviene tener mucho cuidado con ellos.
En especial, hay dos tipos que, por su tamaño, longevidad y posición en la cadena alimentaria, son auténticos imanes de mercurio. Según la OCU, conocerlos, entender sus riesgos y saber cómo actuar puede marcar la diferencia entre una dieta saludable y una exposición innecesaria a toxinas peligrosas.
4La alternativa saludable: qué pescados recomienda la OCU

Frente a estos dos gigantes marinos contaminados, existen opciones mucho más saludables y seguras. La OCU sugiere optar por especies pequeñas y de vida corta, ya que estas apenas tienen tiempo de acumular mercurio.
Entre las más recomendadas están las sardinas, el salmón, la caballa, la trucha y el atún de aleta amarilla. Todas ellas aportan proteínas de alto valor biológico, ácidos grasos omega-3, vitaminas D y B12, y minerales como el selenio y el yodo. Y lo mejor: con niveles de mercurio muy bajos.
Una dieta rica en pescado sigue siendo uno de los pilares de la alimentación mediterránea, siempre que se elijan bien los productos. Por eso, la OCU insiste en no dejarse llevar solo por el sabor o la apariencia, sino por la seguridad alimentaria que ofrece cada especie. Además, la variedad es clave. Alternar tipos de pescado, cambiar entre pescados azules y blancos, y prestar atención a la procedencia del producto son hábitos que suman puntos a la salud y reducen el riesgo de intoxicación por metales pesados.