Consumir pescado es uno de los grandes gestos de cariño que podemos tener con nuestro cuerpo. Rico en proteínas, omega-3 y minerales esenciales, es un aliado silencioso de la salud. Sin embargo, no todos los peces nadan en aguas limpias: algunos acumulan metales pesados como el mercurio y, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), conviene tener mucho cuidado con ellos.
En especial, hay dos tipos que, por su tamaño, longevidad y posición en la cadena alimentaria, son auténticos imanes de mercurio. Según la OCU, conocerlos, entender sus riesgos y saber cómo actuar puede marcar la diferencia entre una dieta saludable y una exposición innecesaria a toxinas peligrosas.
3Pez espada: una delicia que esconde un riesgo tóxico

El pez espada tiene fama de ser un manjar marino. Su carne firme, sin apenas espinas y con un sabor muy característico lo convierte en protagonista de muchas cartas de restaurantes y bandejas del supermercado. Pero detrás de su atractivo gastronómico, se esconde un problema de salud pública que la OCU no pasa por alto.
Al igual que el tiburón, el pez espada es un pez grande y longevo que se alimenta de presas contaminadas. Este hábito, sumado a su lugar privilegiado en la cadena alimentaria, lo convierte en otro de los peces con mayor acumulación de mercurio. Según la OCU, sus niveles pueden ser preocupantes, especialmente en piezas grandes, que suelen ser las más contaminadas.
El metilmercurio presente en su carne representa un peligro silencioso para quienes consumen este pescado con frecuencia. Su toxicidad afecta al sistema nervioso y puede provocar desde cefaleas y fatiga hasta alteraciones en la memoria y en el comportamiento. Por ello, la OCU recomienda que mujeres embarazadas, lactantes y niños no lo consuman. En el resto de los casos, su ingesta debe limitarse a una porción mensual como máximo.