Desde hace meses, miles de personas desempleadas en España viven en una situación de incertidumbre: “han solicitado su subsidio, pero no reciben respuesta del SEPE”. Atrasos en los pagos, expedientes paralizados y una atención colapsada han desatado una oleada de quejas e indignación.
El origen del problema tiene nombre propio: “ALMA”, el nuevo sistema informático implantado por el Servicio Público de Empleo Estatal, que lejos de mejorar la gestión, ha generado un caos administrativo sin precedentes. La implementación de ALMA coincidió con la entrada en vigor de la nueva “reforma del subsidio por desempleo”, una circunstancia que ha agravado aún más la situación.
Lo que debía ser un avance tecnológico se ha convertido en una pesadilla para usuarios y trabajadores del SEPE. A continuación, repasamos cuándo se implantó este sistema, por qué está fallando, cómo afecta a los ciudadanos y cuál es el verdadero estado de la plantilla que debe gestionarlo.
¿Cuándo se realizó la inversión en ALMA en el SEPE y cuánto costó?

El nuevo sistema informático del SEPE, conocido como ALMA, se implementó oficialmente el 1 de noviembre de 2024, coincidiendo (para desgracia de muchos) con la entrada en vigor de la reforma del subsidio por desempleo. El objetivo era “modernizar la gestión de las ayudas” y facilitar tanto la tramitación interna como el acceso de los usuarios a sus prestaciones, es decir, hacer el proceso de solicitud menos traumático tanto para los usuarios como para los trabajadores del organismo.
Para ello, el Ministerio de Trabajo destinó más de 30 millones de euros a su desarrollo, apostando por una solución digital que sustituyera el obsoleto sistema anterior. Sin embargo, desde su puesta en marcha, “ALMA ha presentado errores críticos” que han impedido el reconocimiento de miles de prestaciones.
En lugar de aliviar la carga administrativa, el sistema ha generado más problemas, provocando el “colapso de los servicios” y cuestionamientos sobre la planificación y supervisión del proyecto. El alto coste de la inversión (más de 30 millones de euros) ha sido duramente criticado por los sindicatos (y no es para menos, porque debería funcionar a la perfección), que consideran que los fondos no se han traducido en mejoras reales para los trabajadores desempleados.
¿Por qué está causando tantos problemas ALMA?

El sistema ALMA ha resultado ser incompatible con las necesidades reales del SEPE, para desgracia tanto de trabajadores del organismo, como de los usuarios. Desde el primer día, “ha fallado al procesar correctamente los expedientes de solicitud, generando errores en las resoluciones, problemas con los pagos y la imposibilidad de consultar datos básicos”. Esto ha provocado una avalancha de quejas de usuarios que no han podido acceder a sus subsidios ni obtener respuestas claras sobre su situación.
Además, los trabajadores del SEPE no recibieron una formación adecuada para adaptarse al nuevo sistema (lo que evidentemente agrava aún más la situación), lo que ha terminado colapsando los problemas operativos. Muchos empleados denuncian que “ALMA es poco intuitivo, lento y genera más trabajo del que soluciona”. Esta falta de preparación ha contribuido al caos general, dificultando aún más la atención al público en oficinas ya saturadas.
¿Cuáles son las consecuencias para los usuarios del SEPE?

La principal consecuencia para los ciudadanos es “el retraso masivo en el pago de los subsidios por desempleo” (si te encuentras en situación de desempleo, más allá del derecho a disfrutar de este beneficio, esta ayuda se convierte en una necesidad). Más de 150.000 solicitudes están pendientes de resolución, dejando a muchas personas sin ingresos durante semanas o incluso meses. En muchos casos, los afectados no pueden siquiera saber si su expediente ha sido registrado correctamente, lo que aumenta la incertidumbre y la frustración.
Y por si fuera poco esta situación de incertidumbre, la atención en las oficinas del SEPE también se ha visto desbordada. Los trabajadores, sin acceso fiable a los datos, no pueden ofrecer soluciones ni dar respuestas claras. Esto ha provocado “largas colas, saturación de las líneas telefónicas y un colapso en los canales digitales”. La desconfianza de los ciudadanos hacia el sistema ha crecido, alimentando una sensación de abandono institucional en un momento de especial vulnerabilidad económica.
¿Qué ocurre con la plantilla del SEPE?

Y por si fuera poco, el personal del SEPE se encuentra en una situación crítica, y este es un secreto a voces. En la última década, el organismo ha perdido más del 45% de sus trabajadores, pasando de más de 13.000 empleados a apenas 7.000 (una disminución que se siente en el día a día del organismo). Esta reducción, unida al aumento de las tareas administrativas y al envejecimiento del personal, ha creado un cuello de botella que impide gestionar con eficacia el volumen actual de expedientes.
La edad media de los empleados supera los 55 años y las jubilaciones no se están reponiendo al ritmo necesario (los funcionarios no quieren ocupar puestos en el SEPE). Además, la sobrecarga de trabajo ha generado un clima de agotamiento y malestar generalizado. Los sindicatos alertan de que, sin una renovación urgente de la plantilla y una inversión en recursos humanos, el sistema de protección por desempleo corre el riesgo de colapsar de forma permanente, dejando fuera del sistema a un número significativo de personas que se encuentran en situación de desempleo.