San Bernardino de Siena, uno de los santos más influyentes del Renacimiento italiano, sigue siendo, siglos después, una referencia fundamental dentro de la espiritualidad franciscana y la predicación popular. Reconocido por su ardor apostólico y su capacidad para movilizar multitudes con la palabra, este santo italiano se distinguió entre los predicadores de su tiempo por su mensaje de renovación moral y social, y por su devoción al Santísimo Nombre de Jesús. Según numerosos expertos en historia eclesiástica, San Bernardino de Siena destaca por haber revitalizado la fe en toda Italia, desplegando un carisma que conjugaba el rigor evangélico y la ternura pastoral
El martes 20 de mayo, la Iglesia lo recuerda como modelo de conversión, valentía y entrega. Su festividad cobra especial relieve en ciudades como Siena, L’Aquila y Nápoles, donde su predicación transformó costumbres y atrajo a multitud de fieles. La figura de San Bernardino sigue inspirando a sacerdotes, religiosos y laicos, por su valentía a la hora de denunciar los males sociales de su época y promover el perdón, la igualdad y la justicia. Desde los púlpitos al trabajo social, su influjo cruza fronteras y épocas.
ORÍGENES, JUVENTUD Y VOCACIÓN DE SAN BERNARDINO DE SIENA

Bernardino nació en Massa Marittima, cerca de Siena, en 1380, en el seno de una familia noble venida a menos. Huérfano de padre y madre desde pequeño, fue criado por tías y educado en valores de fe y caridad. Su infancia estuvo marcada por una profunda sensibilidad hacia los pobres y por una inteligencia destacada que le ayudó a progresar rápidamente en sus estudios. La crónica histórica subraya que, ya adolescente, se distinguía por su vida austera, su dedicación a la oración y su deuda con el ideal franciscano de pobreza radical.
En 1402, tras una grave peste que asoló Siena y durante la cual prestó servicios como voluntario en el hospital local, Bernardino decidió ingresar en la Orden de los Frailes Menores. La experiencia del dolor y la muerte marcaría su vida y le impulsaría a dedicar su existencia a la predicación y la reconciliación social. Desde el primer momento, su vida religiosa se destacó por la contemplación, el estudio y la apertura a los necesitados, rasgos que definirían todo su ministerio.
Bernardino fue ordenado sacerdote en 1404. Pronto recibió la misión de predicar, aunque inicialmente su voz débil parecía incompatible con los desafíos de la oratoria pública. Sin embargo, mediante la oración y la disciplina, logró superar sus limitaciones, y su predicación se transformó en un fenómeno de masas: miles de personas acudían a escucharle y buscaban en sus palabras consuelo, orientación y un camino hacia una vida renovada.
PREDICADOR, REFORMADOR Y DEFENSOR DEL NOMBRE DE JESÚS
San Bernardino es célebre por haber recorrido Italia durante más de treinta años, llevando el Evangelio a ciudades, pueblos y aldeas, combatiendo especialmente los males sociales, la corrupción, el odio entre familias y la usura. Sus sermones multitudinarios tenían lugar en plazas abiertas, y con frecuencia terminaban con la quema pública de objetos de superstición y reconciliaciones colectivas. Fue un firme propulsor de la honestidad en los negocios, el perdón mutuo y la pacificación de las ciudades divididas por luchas intestinas y enemistades seculares.
Defensor entusiasta del Santo Nombre de Jesús, promovió la costumbre de exponer en público el monograma IHS en tablillas o estandartes, difundiendo una devoción que reforzaba la identidad cristiana y el respeto mutuo. Este gesto, que generó incluso polémica y fue denunciado ante la Santa Sede, terminó siendo aprobado y bendecido por el papa Martín V. Los historiadores religiosos afirman que Bernardino logró unir mística y compromiso social, dando a su predicación una dimensión profundamente integradora.
Además de su labor pastoral, San Bernardino escribió tratados teológicos, fue tres veces vicario general de los franciscanos observantes y rechazó en varias ocasiones ser nombrado obispo, prefiriendo la vida sencilla y austera. Su disciplina y entrega contribuyeron profundamente al resurgimiento de la Orden Franciscana observante, dándole nueva vitalidad tras una etapa de crisis y división.
LEGADO, DEVOCIÓN Y ACTUALIDAD DE SAN BERNARDINO DE SIENA

San Bernardino murió en L’Aquila el 20 de mayo de 1444, tras una vida extenuante dedicada al bien. Fue canonizado apenas seis años después, en 1450, fruto de la fama de santidad y la cantidad de milagros atribuidos a su intercesión. Sus restos reposan en la basílica que lleva su nombre en L’Aquila, lugar de continua peregrinación.
Hoy, especialmente en Italia, San Bernardino de Siena es invocado como patrono de los predicadores, publicistas y quienes trabajan con los medios de comunicación, así como abogado contra las crisis sociales y las divisiones familiares. Sus enseñanzas y el ejemplo de su vida invitan a cultivar el diálogo, la justicia y la compasión, siendo un recordatorio permanente de cómo la fe puede transformar tanto los corazones como las estructuras sociales.
Cada 20 de mayo, su figura convoca a la oración y al compromiso renovado, proclamando que el mensaje de Cristo –al que Bernardino sirvió con tanta pasión– sigue siendo fuente inagotable de unidad y reconciliación.