La sociedad moderna se enfrenta a un enemigo invisible que consume lentamente nuestra vitalidad día tras día, dejándonos sin energía . La OMS ha puesto el foco recientemente en lo que denomina una «epidemia silenciosa», un fenómeno que afecta a millones de personas en todo el mundo y que se caracteriza por una constante sensación de cansancio y falta de energía. Esta combinación de estrés crónico, privación de sueño y comportamientos sedentarios está minando nuestra salud de formas que apenas comenzamos a comprender.
Los expertos sanitarios llevan años advirtiendo sobre esta preocupante tendencia, pero es ahora cuando la magnitud del problema ha alcanzado niveles que justifican su clasificación como epidemia. El ritmo frenético de vida, las exigencias laborales cada vez mayores y la hiperconectividad digital han creado el caldo de cultivo perfecto para que esta condición se extienda silenciosamente, afectando a personas de todas las edades y estratos sociales sin distinción. La OMS subraya que estamos ante una crisis de salud pública que requiere atención inmediata, especialmente porque sus efectos negativos se acumulan gradualmente, haciendo que muchos no sean conscientes del peligro hasta que es demasiado tarde.
2CUANDO EL ESTRÉS SE CONVIERTE EN TU COMPAÑERO PERMANENTE: LA ALERTA DE LA OMS

El estrés ocasional forma parte natural de la vida, pero cuando se vuelve crónico, las consecuencias para nuestro organismo son devastadoras. La OMS ha detectado un incremento preocupante en los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en la población general, lo que provoca un desequilibrio hormonal que interfiere con prácticamente todas las funciones corporales desde el metabolismo hasta la respuesta inmunitaria.
En España, las cifras son particularmente preocupantes con un 72% de los trabajadores reportando niveles significativos de estrés laboral, según los estudios citados por la OMS. Este estado de alerta permanente no solo consume nuestra energía inmediata, sino que daña progresivamente sistemas vitales como el cardiovascular y el nervioso central. Los expertos de la organización advierten que estamos normalizando niveles de estrés que deberían considerarse patológicos, y que esta adaptación forzada está pasando una factura silenciosa a nuestra salud que se manifestará con toda su crudeza en los próximos años.