La sociedad moderna se enfrenta a un enemigo invisible que consume lentamente nuestra vitalidad día tras día, dejándonos sin energía . La OMS ha puesto el foco recientemente en lo que denomina una «epidemia silenciosa», un fenómeno que afecta a millones de personas en todo el mundo y que se caracteriza por una constante sensación de cansancio y falta de energía. Esta combinación de estrés crónico, privación de sueño y comportamientos sedentarios está minando nuestra salud de formas que apenas comenzamos a comprender.
Los expertos sanitarios llevan años advirtiendo sobre esta preocupante tendencia, pero es ahora cuando la magnitud del problema ha alcanzado niveles que justifican su clasificación como epidemia. El ritmo frenético de vida, las exigencias laborales cada vez mayores y la hiperconectividad digital han creado el caldo de cultivo perfecto para que esta condición se extienda silenciosamente, afectando a personas de todas las edades y estratos sociales sin distinción. La OMS subraya que estamos ante una crisis de salud pública que requiere atención inmediata, especialmente porque sus efectos negativos se acumulan gradualmente, haciendo que muchos no sean conscientes del peligro hasta que es demasiado tarde.
1SIN ENERGÍA: EL CÍRCULO VICIOSO QUE LA OMS IDENTIFICA COMO EL GRAN LADRÓN DE ENERGÍA

El agotamiento constante que experimentan millones de personas no es casualidad ni débilidad personal. Según los últimos informes de la OMS, estamos atrapados en un círculo vicioso donde el estrés crónico altera nuestros patrones de sueño, lo que a su vez nos deja sin la energía necesaria para mantenernos activos durante el día. Este ciclo pernicioso se retroalimenta, empeorando progresivamente nuestra situación energética y de salud general.
Los datos publicados recientemente son alarmantes: más del 60% de la población adulta en países desarrollados muestra signos de este agotamiento crónico. La OMS ha identificado que, contrariamente a lo que muchos piensan, no se trata simplemente de cansancio pasajero, sino de un estado persistente que afecta profundamente nuestra capacidad para funcionar en todos los ámbitos de la vida cotidiana. El organismo internacional señala que este fenómeno está directamente relacionado con el aumento de enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos y problemas de salud mental.