Cuando se trata de seguridad al volante, no hay margen para el error. Por eso, la Dirección General de Tráfico (DGT) insiste año tras año en un mensaje claro y directo: si bebes, no conduzcas. Más allá de las campañas institucionales y los eslóganes bienintencionados, hay una realidad que conviene conocer en detalle: ¿cuántas cervezas bastan para dar positivo en un control de alcoholemia?
En este artículo abordaremos lo que la DGT ha confirmado recientemente: las cantidades concretas, los factores que influyen y las consecuencias reales de sobrepasar los límites legales. Porque lo que está en juego no es solo el importe de una multa, sino tu vida y la de los demás.
1El alcohol y la conducción: una combinación con consecuencias fatales
En España, conducir bajo los efectos del alcohol no es simplemente una imprudencia: es un factor de riesgo directo, responsable de entre el 30 % y el 50 % de los accidentes mortales que se producen cada año, según cifras oficiales proporcionadas por la DGT.
La reciente reforma de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial busca justamente endurecer las sanciones para quienes decidan ignorar los límites. Y no es para menos. La conducción en estado de embriaguez sigue siendo una de las principales causas de siniestros viales, junto con el exceso de velocidad y el uso del móvil al volante.
La DGT establece que los conductores con más de dos años de carnet no deben superar los 0,5 gramos por litro de alcohol en sangre, lo que equivale a 0,25 miligramos por litro en aire espirado. En cambio, quienes tienen menos experiencia —menos de dos años de permiso— o trabajan como conductores profesionales, deben mantenerse por debajo de 0,3 g/L de alcohol en sangre (0,15 mg/L en aire). Una diferencia que marca la exigencia adicional hacia quienes aún no han consolidado sus hábitos al volante o quienes conducen por trabajo.