En las estadísticas de la siniestralidad vial, hay un dato que se repite cada año como una herida abierta: los motoristas siguen muriendo en nuestras carreteras. Y lo más alarmante no es solo la cifra, sino el hecho de que, pese a las múltiples campañas, reformas y controles, esa cifra no baja. La Dirección General de Tráfico (DGT) está ante un dilema persistente y, hasta ahora, irresuelto.
Solo en 2024, según datos de la DGT, perdieron la vida 286 motoristas en vías interurbanas. Una tragedia que no solo habla de números, sino de familias rotas, de vidas truncadas y de un sistema de seguridad vial que, al menos con este colectivo, no está funcionando como debería.
5Conclusión: una carrera a contrarreloj que no puede perderse

La DGT tiene una misión titánica. Las cifras no mienten, y los motoristas siguen siendo uno de los colectivos más vulnerables en carretera. Pese a los avances, las campañas y los cambios normativos, la solución definitiva aún no ha llegado. Y mientras tanto, cada día que pasa puede sumar una víctima más.
El reto está en seguir buscando respuestas, sin caer en la resignación. Porque aunque el problema es complejo, cada vida salvada justificará el esfuerzo.