El mantenimiento adecuado de nuestros vehículos es una obligación que muchos conductores descuidan hasta que es demasiado tarde. La DGT ha intensificado en los últimos meses sus controles para detectar coches que circulan en condiciones deficientes por las carreteras españolas. Los datos revelan que miles de conductores son sancionados anualmente por circular con vehículos que presentan deficiencias técnicas que comprometen tanto su seguridad como la del resto de usuarios de la vía.
Las consecuencias de conducir un automóvil en mal estado van mucho más allá de una simple multa económica. Las estadísticas demuestran que un porcentaje significativo de los accidentes de tráfico tiene como factor contribuyente algún fallo mecánico que podría haberse evitado con un mantenimiento preventivo adecuado. Los agentes de la DGT están especialmente atentos a cuatro elementos fundamentales cuyo deterioro supone un riesgo inmediato: neumáticos desgastados, sistemas de iluminación defectuosos, ausencia de ITV en vigor y sistemas de frenado ineficaces.
5CÓMO EVITAR SANCIONES: MANTENIMIENTO PREVENTIVO Y REVISIONES REGULARES
El mantenimiento preventivo constituye la mejor estrategia para evitar sanciones relacionadas con el mal estado de nuestro vehículo. Establecer rutinas regulares de revisión, incluso antes de los intervalos recomendados por el fabricante si realizamos un uso intensivo del automóvil, puede ahorrarnos disgustos económicos y, lo que es más importante, prevenir situaciones potencialmente peligrosas.
La DGT recomienda revisar personalmente elementos básicos como el estado de los neumáticos, la presión correcta según las especificaciones del fabricante y el funcionamiento de todas las luces al menos una vez al mes. También es fundamental prestar atención a las señales que nos envía nuestro vehículo: ruidos anómalos, vibraciones extrañas o comportamientos inusuales suelen ser indicativos de problemas mecánicos incipientes. Los expertos recomiendan no postergar las visitas al taller cuando detectemos estas anomalías, ya que los problemas tienden a agravarse con el tiempo y lo que inicialmente podría solucionarse con una reparación menor puede acabar convirtiéndose en una avería mayor que, además de costosa, podría comprometer nuestra seguridad y derivar en una cuantiosa multa si somos interceptados por agentes de la DGT.