El precio del metro cuadrado no para de crecer, los alquileres se disparan y, mientras tanto, los salarios continúan su lenta marcha sin poder seguirles el ritmo. La vida en ciudades se ha convertido en un lujo que cada vez menos pueden permitirse. Sin embargo, lejos del bullicio urbano, Galicia guarda un as bajo la manga: pueblos llenos de vida, naturaleza y oportunidades, donde el futuro puede volver a construirse desde la calma.
Uno de esos casos es el de Ribadavia, un pueblo que no solo ha sido elegido como el más bonito de España en 2024, sino que además ofrece alquileres desde 200 euros, viviendas por 70.000 y hasta oportunidades laborales. ¿Estamos ante una nueva forma de entender el éxito?
4Vivir en un pueblo: calidad de vida, comunidad y futuro
Mudarse a un pueblo gallego no es solo una cuestión económica, aunque sin duda es una motivación poderosa. Es también una decisión de estilo de vida. En estos pueblos, el tiempo parece tener otro ritmo, los lazos sociales son más fuertes y las oportunidades para reconectar con la naturaleza son parte de lo cotidiano.
En Ribadavia, por ejemplo, los fines de semana se viven entre fiestas tradicionales, catas de vino, rutas por el Ribeiro y tardes en terrazas donde todo el mundo se conoce. Hay colegios, centros de salud, supermercados, bibliotecas y hasta cine. Todo, a escala humana. Todo, con un coste de vida muy por debajo del que encontramos en la ciudad.
Y lo mejor es que esta no es una excepción. Galicia está llena de pueblos como este, que siguen vivos, que apuestan por el futuro, que ofrecen servicios, paisaje y trabajo. Algunos están en la costa, como el pequeño municipio de Porto do Son, donde el metro cuadrado apenas alcanza los 645 euros. Otros se encuentran entre montañas, como Castro Caldelas, y sorprenden por su dinamismo cultural.