Marc Márquez tiene a Ducati con los pelos de punta
Marc Márquez ha comenzado la temporada de MotoGP con una montaña rusa de sensaciones. Momentos de dominio absoluto mezclados con errores que preocupan. Su llegada a Ducati fue recibida con entusiasmo, y no era para menos. El ocho veces campeón del mundo parecía haber aterrizado en el entorno perfecto para volver a pelear por lo más alto. Con una moto competitiva, el respaldo de un equipo ganador y su innato instinto por atacar, todo apuntaba a que el #93 volvería a brillar. Pero el guion no está siendo tan predecible como muchos imaginaban. Errores estratégicos y caídas inesperadas han complicado su camino.
A pesar de mostrar una superioridad evidente en ritmo y velocidad, Marc Márquez empieza a ceder terreno, y dentro de Ducati ya se encienden las primeras señales de preocupación. El piloto de Cervera ha mostrado un rendimiento sobresaliente en las carreras sprint, y en tres domingos ya ha saboreado la victoria. Sin embargo, su caída en Austin y el reciente traspié en Jerez —donde apenas sumó cuatro puntos— lo han dejado momentáneamente fuera del liderato. Lo más llamativo es que ha sido superado por su hermano Álex en la clasificación, gracias a la regularidad del menor de los Márquez y su victoria en el GP de España.
Marc Márquez reconoce sus errores y Ducati toma nota
Tras el incidente en el circuito de Jerez, Marc Márquez no buscó excusas ni desvió responsabilidades. “Fue una caída que tuve que evitar porque se debió al exceso de velocidad y era consciente de ello”, confesó con la transparencia que lo caracteriza. En una curva donde se sentía cómodo, intentó mantener la trazada pese a haberse ido largo. La decisión, cargada de confianza, le costó caro. En Ducati, el mensaje fue recibido con atención. El equipo sabe que el talento está intacto, pero también entiende que esa necesidad de imponer condiciones desde el primer momento puede jugar en contra.
“La velocidad está ahí, pero hay momentos que molestan”, admitió Márquez. Y aunque remarcó que esta es su temporada con menos caídas, ya suma dos ceros en el casillero. Eso lo mantiene segundo en el campeonato, a solo un punto del líder, pero en una posición delicada. En este contexto, Ducati no duda de su apuesta. La moto responde, el equipo también. Pero la clave estará en lograr que el piloto encuentre la serenidad necesaria para no convertir su agresividad natural en un boomerang.
La presión de ganar, una doble amenaza
Desde el momento en que firmó con Ducati, Marc Márquez sabía que no solo estaba subiendo a la mejor moto del paddock, sino que también cargaba con una presión extra: la de transformar ese potencial en títulos. Lo dejó claro desde el inicio. “La Ducati es la mejor moto de la parrilla y lo seguirá siendo los próximos dos años. Por eso he apostado por este camino”. Pero esa declaración de intenciones también es una mochila pesada. En Jerez, mientras peleaba por el podio detrás de Quartararo y Bagnaia, perdió el control de su máquina.
No fue una maniobra desesperada ni un momento límite, sino una muestra de cómo el exceso de confianza puede convertirse en un enemigo silencioso. Pese a reincorporarse y terminar en el puesto 12, la pérdida de puntos fue significativa, sobre todo porque permitió a su hermano asumir el liderato del Mundial. Para Marc Márquez, ese dato no pasa inadvertido. Pues más allá del orgullo familiar, la competitividad interna es parte de su ADN.