Conducir bajo los efectos del alcohol sigue siendo una de las principales causas de siniestros viales en nuestro país. Lo dice la Dirección General de Tráfico (DGT) y lo confirman las estadísticas: el alcohol está presente en uno de cada tres accidentes de tráfico graves. Aunque todos sabemos que beber y conducir no van de la mano, hay una cara poco conocida del asunto que puede poner a cualquier conductor en aprietos: los falsos positivos por consumo de alimentos o productos cotidianos.
Sí, aunque suene extraño, es posible que des positivo en un control de alcoholemia sin haber probado una sola copa. Algunos alimentos, medicamentos y productos de higiene bucal pueden alterar momentáneamente los resultados del alcoholímetro. Y con la reciente reducción de los límites legales anunciada por la DGT, el riesgo de que esto ocurra ha aumentado. En este artículo te contaremos todo lo que debes saber para evitar sustos innecesarios.
4¿Qué pasa si doy positivo por uno de estos alimentos?
En un control rutinario de la DGT, si el conductor da positivo, los agentes están obligados a realizar una segunda prueba pasados unos minutos. Si el resultado sigue siendo positivo y el conductor sostiene que no ha ingerido alcohol, puede solicitar un análisis de sangre para descartar el falso positivo.
La DGT recuerda que la responsabilidad última recae sobre el conductor, pero también reconoce que en los casos en los que haya indicios razonables de error —como por ejemplo la presencia de colutorios, caramelos con licor o jarabes en el vehículo—, los agentes deben valorar la situación con prudencia.
Dar positivo en un control no es poca cosa. Si se trata de una infracción administrativa, la multa puede ascender hasta los 1.000 euros y conllevar la pérdida de seis puntos del carné. Pero si la tasa supera los 0,60 mg/l en aire espirado o 1,2 g/l en sangre, ya estaríamos hablando de un delito penal, con penas que van desde trabajos en beneficio de la comunidad hasta prisión de seis meses y la retirada del permiso de conducir por hasta cuatro años.
La DGT insiste en que, aunque la ley contemple ciertos márgenes de error, cada conductor debe velar por su estado antes de ponerse al volante. Y eso incluye conocer qué alimentos o productos pueden inducir a confusión.