¿Cómo ayudan los fertilizantes orgánicos a la conservación del medioambiente?

La sostenibilidad, la preservación del medioambiente y la reducción de la huella de carbono son temas cada vez más presentes en la sociedad. Las personas están tomando conciencia sobre la importancia que tiene ser más respetuosos con el entorno. En este sentido, los fertilizantes orgánicos se sitúan como una alternativa muy interesante. Te contamos lo que debes saber sobre el tema a continuación.

Fertilizantes orgánicos y gestión de residuos, dos caras de la misma moneda

Los fertilizantes orgánicos son productos elaborados a partir de materiales naturales como estiércol, compost o restos vegetales. Así, se aprovechan recursos que, de otro modo, serían considerados desechos. Por tanto, la gestión de residuos y la producción de este tipo de fertilizantes están estrechamente relacionadas. Al convertir los restos orgánicos en abono natural, se crea un ciclo beneficioso donde los residuos dejan de ser un problema y se convierten en una solución.

Además, el uso de estos fertilizantes es muy beneficioso para la tierra. No solo nutren el suelo, sino que contribuyen también a su regeneración y al equilibrio ecológico. Asimismo, mitigan el impacto ambiental, ya que, disminuyen la dependencia de los fertilizantes químicos, cuyo uso y producción pueden contaminar el agua, el suelo y el aire.

¿Cómo se gestionan los residuos para convertirlos en fertilizante?

Aunque se puede hacer a pequeña escala en el propio hogar, la gestión de residuos para convertirlos en fertilizante es una tarea bastante compleja que conviene que sea llevada a cabo por profesionales del sector. Esto es especialmente importante en la gestión SANDACH que está sujeta a la legislación debido a los posibles problemas que puede generar para la salud pública, animal y del medioambiente.

El primer paso es la recolección y separación de los desechos, asegurando que sean exclusivamente orgánicos. Aquí entrarían hojas, ramas, restos de cosechas, excrementos de animales y cualquier otro residuo que sea biodegradable.

Luego, estos se preparan triturándolos en partículas más pequeñas para facilitar todo el proceso de compostaje. En dicho proceso entran en juego los microorganismos, que son los encargados de descomponer la materia de forma óptima. Para ello, es necesario contar con ciertas condiciones controladas de aireación y humedad. Opcionalmente, se puede emplear el vermicompostaje donde se emplean bichos, como el caso de las lombrices, que aceleran la descomposición y generan humus especialmente rico en nutrientes y muy beneficioso para el suelo.

Tras la maduración del compost, que estabiliza el producto, este se tamiza y ya está listo para su aplicación en suelos agrícolas o jardines. Como te comentábamos antes, el resultado es un fertilizante que consigue mejorar la calidad del suelo, aumentar su capacidad de retención de agua y reducir el uso de otros productos nocivos. ¡Todo ventajas para la agricultura y el entorno!

Si has llegado hasta aquí, te habrás dado cuenta de que apostar por los fertilizantes orgánicos es una muy buena manera de contribuir a la conservación del medioambiente, reducir la contaminación y garantizar una producción agrícola saludable y responsable.