Personas con VIH de más de 40 años: ¿Deberían tomar estatinas para cuidar su corazón?

En un importante desarrollo, el Grupo de Estudio del sida (GeSIDA) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) ha ampliado las recomendaciones sobre el uso de estatinas, medicamentos clave para reducir los niveles de colesterol en la sangre. Ahora, estas recomendaciones se extienden a personas con VIH mayores de 40 años que presentan un riesgo cardiovascular bajo-moderado.

Esta nueva guía se basa en los resultados del estudio REPRIEVE, el primer ensayo clínico a gran escala diseñado para evaluar una estrategia de prevención de enfermedades cardiovasculares en personas que viven con el VIH. Los hallazgos demuestran que el uso de estatinas logra una reducción significativa de eventos cardiovasculares, incluso en aquellos individuos con un riesgo estimado inferior al nivel en el que tradicionalmente se había recomendado la prevención primaria con estos fármacos.

Evaluación del Riesgo Cardiovascular y Recomendaciones Personalizadas

Según las nuevas directrices, será necesario evaluar el riesgo cardiovascular de todas las personas con VIH mayores de 40 años para establecer la indicación del tratamiento con estatinas de manera individualizada.

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Si el riesgo de aterosclerosis (ASCVD) es inferior al 5% a 10 años, se considerará una estatina de potencia moderada. Si el riesgo se sitúa entre el 5% y el 10% a los 10 años, se recomendará una estatina de potencia moderada. En caso de que el riesgo supere el 10%, se iniciará una estatina y se establecerá el objetivo de reducción de LDL-colesterol según las guías clínicas dirigidas a la población general.

Las estatinas de potencia moderada recomendadas serían pitavastatina 4 mg como primera opción, o atorvastatina 20 mg o rosuvastatina 10 mg como alternativas.

Acceso y Adherencia Garantizados

GeSIDA resalta la necesidad de abordar el riesgo cardiovascular desde una perspectiva integral, incluyendo cambios en el estilo de vida y el abandono del hábito tabáquico, así como la participación de los profesionales de Atención Primaria.

Además, subrayan la importancia de trasladar estas recomendaciones a los sistemas sanitarios autonómicos y estatal, con el fin de garantizar el acceso y la adherencia a los tratamientos con estatinas para las personas con VIH, sin que suponga un gravamen económico adicional para ellas.

Cabe destacar que el costo para el paciente puede ser una limitación importante en el uso de estas estatinas, especialmente aquellas de alta potencia o marcas de referencia, por lo que es fundamental que las autoridades sanitarias sean sensibles a estas nuevas recomendaciones y faciliten el acceso y mantenimiento del tratamiento.

En general, los beneficios esperables de la prevención cardiovascular primaria con estatinas superan a los riesgos de los posibles efectos secundarios, aunque en personas con bajo riesgo cardiovascular y alto riesgo de diabetes, deberá evaluarse cuidadosamente el balance entre el beneficio y el riesgo potencial.

En resumen, esta actualización clave en las recomendaciones de GeSIDA sobre el uso de estatinas en personas con VIH tiene el potencial de mejorar significativamente la salud cardiovascular de este colectivo, siempre que se garantice el acceso y se promueva la adherencia a este tratamiento tan crucial.

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