La violencia contra la infancia sigue siendo una sombría realidad en España, como lo demuestran dos casos trágicos que han conmocionado a la nación en los últimos días. La muerte de un niño de 11 años apuñalado mientras jugaba en un campo de fútbol y la de una adolescente de 17 años, presuntamente asesinada por su padrastro, son solo la «punta del iceberg» de un problema más generalizado.
Según Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política de Save the Children, estos casos son «un ejemplo más de cómo hay muchos casos de violencia contra la infancia y la adolescencia» que a menudo no se detectan. A pesar de la aprobación de la Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia frente a todas las formas de violencia (LOPIVI) hace tres años, Perazzo subraya que aún queda mucho trabajo por hacer, especialmente en términos de concienciación y formación de profesionales para poder identificar y abordar adecuadamente estas situaciones.
La Necesidad de Especialización en la Justicia y la Fiscalía
Uno de los principales retos en la lucha contra la violencia infantil, según Perazzo, es la especialización de la justicia y la fiscalía para poder responder de manera más efectiva a estos casos. La experta de Save the Children resalta la importancia de que los propios niños y jóvenes puedan identificar situaciones de violencia y de que los profesionales cuenten con las herramientas necesarias para acompañar y detectar estos casos.
La familia del niño asesinado en Mocejón ha pedido que no se criminalice a nadie «por la etnia, por la raza, por el color, por su creencia» y que se deje trabajar a la Guardia Civil para atrapar al agresor. Catalina Perazzo considera «muy acertada» esta postura, ya que evitar los discursos de odio es fundamental para mantener la armonía en la sociedad y no generar «emociones negativas» que compliquen aún más la situación.
El Impacto Devastador de la Violencia Contra la Infancia
Estos trágicos asesinatos ponen de manifiesto el devastador impacto que la violencia contra la infancia puede tener, tanto a nivel individual como para la sociedad en su conjunto. Cada caso de agresión a un niño o adolescente deja una huella indeleble, no solo en la vida de la víctima, sino también en sus familias y en la comunidad.
Más allá de las consecuencias inmediatas, la exposición a la violencia durante la infancia y la adolescencia puede tener repercusiones a largo plazo, afectando al desarrollo físico, emocional y social de los menores. Estas experiencias traumáticas pueden influir en su salud mental, su rendimiento académico y sus relaciones interpersonales en el futuro.
Ante esta realidad, organismos como Save the Children reiteran la importancia de que la sociedad tome conciencia de este problema y se comprometa a proteger y cuidar de la infancia, adoptando medidas efectivas para prevenir y abordar la violencia de manera integral y decidida.