La Península de la Antártida de vital importancia para comprender los complejos procesos climáticos que tienen lugar en el continente helado más austral del mundo. Un reciente estudio publicado en la revista «Atmospheric Research» ha revelado una tendencia sorprendente en la velocidad del viento en la superficie de esta zona.
El análisis de los datos recopilados durante el periodo 1979-2022, liderado por un equipo de investigadores del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE-CSIC-UV-GVA), ha mostrado que la velocidad del viento en la superficie del norte de la Península Antártica está descendiendo desde 2001, a pesar de la variabilidad observada en años anteriores.
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA VELOCIDAD DEL VIENTO
Los científicos estudiaron la influencia de fenómenos como El Niño o el Modo Anular del Sur (SAM) en los patrones de circulación atmosférica de la región. Estos eventos climáticos pueden afectar significativamente a la velocidad del viento en la Península Antártica.
Si bien estudios previos han demostrado que el SAM tiene una tendencia positiva, lo que implicaría un aumento en la velocidad del viento, los investigadores se encontraron con una situación inesperada. «En los inviernos entre 2009 y 2013 la relación es directa, mientras que no se observa una relación significativa entre 2014 y 2020», explica César Azorín, director del Climatoc-Lab del CIDE y uno de los autores del estudio.
Según los investigadores, El Niño juega un papel secundario en el control de los vientos en esta península, afectando solo al lado oeste debido a la relación entre La Niña, su opuesto, y la Baja del Mar de Amundsen. Además, factores locales como la orografía abrupta y cambios en la estabilidad atmosférica también podrían estar influyendo en los resultados.
IMPLICACIONES PARA EL CLIMA ANTÁRTICO
La velocidad del viento en superficie es una variable climática menos estudiada en comparación con la temperatura o la precipitación, pero tiene importantes implicaciones para el entorno antártico. Los investigadores destacan que los recientes récords de temperatura registrados en el noreste de la Antártida se asocian al viento, cuyo aumento puede incrementar el efecto Foehn, lo que a su vez puede generar el deshielo de las plataformas de hielo Larsen.
Además, las variaciones en la velocidad del viento pueden impactar en las precipitaciones en el lado oeste de la península, en la cantidad y estabilidad del hielo marino, en la Corriente Circumpolar Antártica e incluso en la formación de aguas profundas en la Antártida.
El equipo de investigación, que también cuenta con personal del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), ha recibido financiación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, la Generalitat Valenciana, la Generalitat de Catalunya, la Fundación BBVA y la Plataforma Temática Interdisciplinar Clima del CSIC (PTI+ CLIMA).
Además, han contado con la valiosa colaboración de las diferentes estaciones antárticas, en particular de los miembros de AEMET Antártida y de Manuel Bañón, responsable durante muchos años de la estación meteorológica de la Base Antártica Española Juan Carlos I del CSIC.